“Aquello que en la mujer nos inspira respeto y alguna vez temor, es su naturaleza, la cual es mucho más natural que la del hombre; su movilidad, su agilidad de fiera, la uña de tigre que esconde bajo el guante perfumado, su egoísmo ingenuo, lo inconcebible, lo desmesurado y extravagante de sus deseos y de sus virtudes.... y aquello que nos inspira piedad hacia este gato peligroso que es la “mujer”, es el estar más sujeto que nosotros a sufrir, el ser más sensible, más necesitado de afecto, más accesible alas desilusiones que cualquier otro animal”.
¿Por qué será que nos mentimos tanto entre hombres y mujeres?
La contradicción, que denota hipocresía, radica en la reivindicación de la sinceridad que hace la mujer (más que el hombre). La importancia de este “valor” parece radicar en la poca frecuencia con que se suele encontrar. Paradójicamente, a pesar de abogar por una sinceridad constante, cada vez que se encuentran con la pura verdad, no siempre pueden aceptarla y, otras veces, tienden a desfigurarla para que se amolde a su gusto.
Por ejemplo, cuando un “amigo” finalmente junta el coraje para decirles que le pasa algo fuerte con ellas desde siempre, en general la primera reacción es decirle: “estás confundido” (siempre y cuando no “esté confundida” ella también). Esto oculta dos realidades. Cuando finalmente el hombre decide afirmar lo que realmente le pasa desde hace tiempo, la mujer tiende a manipular esta verdad para desviarla hacia una especie de explicación alternativa: la confusión. Y por otro lado, la mujer piensa ingenuamente que con desviar el tema hasta la confusión, el asunto está resuelto, la situación controlada, es decir, nunca va a pasar a mayores. O sea que aclarar todo significa: “no me lo digas más y hacete mi amigo de nuevo”. (Es posible que el motivo de acercamiento no siempre sea sexual pero, en tal caso, poco tiene que ver con la verdadera amistad).
Una lectura mas cruda aun del asunto es: “¡mentime!”. ¿Pero cómo? ¿No era la sinceridad algo muy importante, un principio indispensable en una relación? ¿O sólo lo es cuando la verdad que escuchamos es de nuestro gusto y no cuando no lo es? Eso no es sinceridad, es egoísmo. ¿Qué es lo que logra con toda esta serie de aclaraciones? Volver el tiempo atrás y retomar la relación desde el punto donde la dejamos, como si aquella confesión nunca hubiera ocurrido.
Antes de aclarar por qué la mujer hace estas cosas, es justo pararme en la vereda de enfrente y argumentar en su favor. Lo que podría declarar la mujer es: ¿por qué los hombres no nos dicen desde el principio lo que realmente les pasa con nosotras así después no nos obligan a cortar relaciones amistosas (que generan sentimientos), cuando por fin deciden confesar la verdad? La explicación es simple: probablemente, si siempre el hombre le dijera la verdadera razón de su acercamiento, generaría un estado de cosas que les costaría unos años de soledad hasta que logren re-adaptarse a esta nueva realidad. El sentido común exige que el hombre sea amable, sea indiferente a la atracción visual, contenga su necesidad sexual, haga todo lo necesario para demostrarle que lo último que le interesa es el sexo para que finalmente ella acepte tener sexo con él.
Me pregunto: ¿qué estábamos pensando cuando instituimos una convención de este tipo? Lo cierto es que la mujer no acepta al hombre tal cual es, pretende alterar su naturaleza lo que, más allá de la superficie, resulta imposible. El hombre opta por la solución pragmática (la mayoría de las veces) y se pone la máscara, sonríe, se hace el indiferente, simula amistad y, finalmente, cuando ya no resiste más, da rienda suelta a su naturaleza. Si una mujer tiene que elegir entre un hombre plenamente sincero, que le dice desde el comienzo que le gusta y que es por eso que se acerca a ella, y otro que ya empleó la estrategia pragmática de la amistad o el compañerismo asexuado, no hay dudas que va a elegir la segunda opción.
Esta competencia desleal le juega en contra al hombre natural. Es como el juez que intenta convencer a un delincuente a que confiese con la promesa de la libertad. Está cometiendo un acto indigno. Semejante juez ha renunciado a su fuerza y a su talento. Significa que siempre que haya hombres que no se arriesguen inicialmente y vendan lo que la mujer realmente quiere encontrar, siempre van a creer para ellas mismas la realidad que más se les ajusta a ellas. O sea que esa búsqueda de sinceridad es egoísta. Lo que buscan no es sinceridad, buscan el hombre que deje de ser hombre para que después sea hombre nuevamente y despliegue la rutina sexual que, ineludiblemente, es demandada.
Si hay un culpable de esta situación tan confusa es el hombre. Todo parte desde un pre-concepto por el cual se considera que el sexo masculino busca constantemente relaciones casuales con mujeres experimentadas y con la misma agilidad que él para concebir el acto. Sin embargo, a la hora de elegir su pareja estable, los hechos demuestran lo contrario. Ahora, una vez que descubrió que su mujer es lo suficientemente adecuada y conservadora para el matrimonio (si este fuera el fin), vuelve a cambiar de opinión y otra vez espera que a la hora del sexo, ella sea la mejor de las prostitutas ¿Cuál es el mensaje que el hombre transmite? Demostráme que el sexo no es una debilidad para vos así yo me “aseguro” por un lado, que a lo sumo te acostaste con una sola persona antes que yo y, por otro lado, que jamás se te va a cruzar por la cabeza estar con alguien más después de estar conmigo. Y una vez que me convenciste de eso descontrólate sexualmente, porque si no probablemente busque encuentros casuales lejos de casa (y, capaz, aunque satisfagas mis ridículos caprichos a la perfección, igual busque tener encuentros casuales lejos de casa).
Desde que una niña se empieza a transformar en una mujer adulta, se verá acosada o presionada por las actitudes de todos los hombres que la rodeen. El padre, ingenuamente, se ilusionará con que ella mantenga su virginidad eternamente. El hermano se interpondrá en cualquier relación que ella tenga, siempre y cuando el “desgraciado” no lo supere en tamaño, y entonces deba recurrir al respaldo del padre para cumplir su objetivo. Por su lado, los hombres a edades prematuras (no sabría definir cuáles son estas edades), buscan mujeres que sean rápidas, ansiosas de experimentar como ellos, que los ayuden a sacarse la mochila de la virginidad masculina. Es por esto que la popularidad de las mujeres en el colegio secundario tiene más que ver con su accesibilidad que con su belleza. De hecho, muchas mujeres hermosas en edades adultas, a lo largo de su adolescencia fueron vistas como feas, tontas, etc. Y aquéllas que eran “accesibles”, ahora son PUTAS. No hay dudas de que el hombre necesita de ambas y luego de enloquecerlas a lo largo de toda su vida, busca que en la mujer de sus sueños ambas cualidades se encuentren armoniosamente. Volvemos a divisar el egoísmo puro debajo de actitudes que en la superficie aparentan ser otra cosa.
¿Qué generó el hombre inventando la palabra PUTA? Simple: la limitó. Definir es limitar. Le dijo: me gusta que seas rápida conmigo, pero no con todos porque si no te bautizo. ¿Qué puede hacer entonces una mujer que quiere gozar de la experimentación sexual plena lejos de la vinculación con el amor? MENTIR. Aparentar ser una cosa, y ser otra. Alejarse de la promiscuidad en los entornos conocidos, mantener la imagen que el hombre necesita y, a la hora de plantear una relación, ocultar la mitad de su pasado. ¿Cómo no habría de mentir? Si por hacer lo mismo que hace el hombre está condenada moralmente, no sólo por los hombres sino por las mujeres también. En una palabra, hay que comer y dejar comer. El hombre debería dejar que la mujer SEA como quiera, en lugar de que parezca una cosa que no es. Y ellas deberían aprender que “nadie da el poder. Hay que tomarlo”.
Es muy buena cosa, claro está, que el marido y la mujer se quieren tanto, que ninguno sienta la tentación de ser infiel: pero no es bueno que si la infidelidad ocurre, parezca una cosa terrible, ni se debe llegar a tanto que toda amistad con personas de otros sexos sea imposible. La vida agradable no puede fundarse en el temor, las prohibiciones y la mutua coerción de la libertad. “Si quieres ‘poseer’ a alguien déjalo en libertad”.
Tal como están las cosas, la mayoría de los hombre y de las mujeres son incapaces de llevar adelante un amor tan generoso y tan de corazón como sería si sus primeros romances hubiesen estado menos constreñidos por los tabúes. Ambos carecen de la experiencia necesaria, o la han adquirido en ocasiones furtivas e inconvenientes. Hombres y mujeres no pueden condenarse a un insoportable aburrimiento causado por la monotonía del objeto de su deseo. Deben variar, probar distintas alternativas antes de elegir una. Esa falta de curiosidad evidencia un gran estancamiento intelectual. Y, en tal caso, vale la pena preguntarse: ¿qué valor tiene ser elegido, por alguien que no conoce otra cosa? ¿Realmente es eso una elección? Por mi parte, considero que tiene mucho más valor (y más futuro) una pareja que ya ha experimentado lo suficiente y una elección fundada en el conocimiento de varias y distintas alternativas.
Too little time
-
I wish I said something else that last day, I wish I said everything I
thought of while being with you this short couple of days. I also wanted my
last fiv...
Hace 8 años