- Quiero vivir enamorado.
- ¿Por qué?
- Porque es el mejor fármaco contra todos los problemas en la vida.
- ¿Hay algo que te lo impida?
- El modelo de las relaciones actuales, supongo. ¿No te parece?
- ¿Cómo son?
- Predecibles.
- ¿Y por qué crees que son así?
- Supongo que porque hay una predisposición humana a buscar seguridad en nuestro porvenir. Un futuro incierto, donde siempre existe una posibilidad de sufrimiento, nos impide disfrutar del presente. ¿Qué hacemos entonces? Buscamos garantías, o evidencias de algún tipo, que nos aseguren que mañana todo estará bien.
- Muy claro, pero, ¿cuál es la relación con la capacidad de enamorarse?
- Justamente, para sentir enamoramiento, el futuro debe ser impredecible. La seguridad en el amor, atenta contra su propiedad. Sentir que podemos perder a nuestro ser amado, es lo que nos refresca cuán enamorados estamos.
- Pero si lo que decís es cierto, de alguna manera las personas al casarse estarían perdiendo su capacidad de amar.
- De alguna manera, creo que sí. Ojo, no digo que no haya sentimientos, pero no del tipo del que estoy hablando yo. Ese que la mayoría siente en los inicios de una relación, cuando todo lo demás pasa a un segundo plano, cuando te cuidás para que el otro se sienta siempre bien, cuando el sueño y el hambre son lo de menos, cuando un llamado puede ser la diferencia entre la alegría y la tristeza, cuando reacomodás tus planes improvisadamente para no perderte la oportunidad de verse, cuando tus amigos no paran de joderte porque estás hecho un idiota, cuando la actividad más simple es disfrutable sólo por la compañía…
- ¿No te parece muy jugado de tu parte asumir que el indefinido número de parejas que se están casando todo el tiempo, han dejado de sentir todo lo que acabás de enumerar?
- El casamiento es una forma de dar seguridad, pero no la única. Yo me remito a la mayoría de las relaciones de hoy en día, una vez que ha transcurrido cierto tiempo juntos. Creo que todos están parados sobre una plataforma donde se presume que la relación no va a terminar. De esa manera provocan paz en un principio para luego darle lugar al abandono.
- ¿No crees que vivir en ese estado de revolución permanente atentaría contra el resto de las actividades que uno hace todos los días?
- Es que de alguna manera siempre buscamos esa emoción, sólo que cuando ya no la encontramos en nuestra pareja, la resignamos y la empezamos a buscar en otras cosas. Por ejemplo, los hombres… Creo que la primera infidelidad que sufre una mujer es con el trabajo. La segunda, tal vez, los amigos. O sea, al final, siempre tenemos problemas que nos preocupan, ganar más guita, comprarnos algo que deseamos y no alcanzamos, mudarnos, dejar todo e irnos a vivir afuera un tiempo, retomar una actividad abandonada que nos encantaba, que nos salgan arrugas o celulitis, etc. Y la verdad… si tengo que elegir entre alguno de todos esos males, elijo el amor.
- ¿Y lo demás no importa?
- No mucho. Pero de exigirle emoción a la vida en algo, prefiero que sea en el amor, frente a otras variables menos… naturales. Es mucho más fácil, y a la vez intenso y satisfactorio, estar enamorado que llegar a ser gerente o empresario.
- Muy romántico tu discurso, me dejás pensando... ¿Y en qué falla entonces?
- En que no encuentro compañera que comparta esta filosofía de relación. Como te decía al principio, cuando las personas se enamoran, necesitan eternizar el vínculo. Pensar que mi ser amado podría dejarme mañana, me pone mal, entonces necesito que me diga lo contrario. ¿Qué me pasa?, ¿cómo lo soluciono? Yo, al revés, quiero tener cierta sensación que si mañana no pongo toda mi energía en vos, puede que pierdas interés. Total, ¿cuál es el riesgo en definitiva? Si te enamoré una vez, mientras me lo proponga, te seguiré enamorando. No hay inseguridad, ya que depende en gran parte de mí.
- Siempre tu omnipotencia parece ser la guía de tu pensamiento… ¿qué te hace creer que tu sóla predisposición y energía llevará, inevitablemente, a la conquista de la mujer deseada? ¿Acaso no puede pasar que lo que te sedujo hasta ayer deje de ser deseado mañana, por más esfuerzos que pueda hacer el otro? ¿Acaso no puede pasar que la piel que ayer te pareció maravillosa hoy te resulte indiferente? No todo se resuelve con proponerse enamorar al otro, lamento decirte.
- Pareciera que te ofendí…
- ¿Cómo me vas a ofender? Te manejás de un modo particular, a ver, cómo te lo explico: por un lado, hay algo que es casi universal, te diría en las personas, que es esto de que al enamorarse, la pareja pacta un contrato insostenible: la eternidad del amor. Es lo que yo llamo “una apuesta” y como todas las apuestas, uno juega a ciegas. Esto es algo que todos y cada uno en el fondo lo saben muy bien, pero lo esconden en algún rincón para no recordarlo todos los días porque genera angustia. Lo que cuida esta ilusión es justamente eso, es un velo contra la angustia que implicaría estar constantemente atento a la posibilidad de perder al otro… y eso Ale, nos llevaría a hablar de otra cosa, que creo tiene mucho que ver con la razón de tu presencia en análisis. Pero a ello llegaremos más adelante, no quiero anticiparme…
- ¡Decime!
- No. Ahora, volviendo al tema que vos trajiste hoy a discusión y retomando mi planteo de tu “manejo particular”, así como destaqué tu lucidez en advertir que el amor es una ilusión con pactos difíciles de sostener, me es necesario advertirte que vos estás también preso de una ilusión mayor, y es creer que se puede vivir con las mariposas en el estómago ¡ineternum! Esto, lejos está de las características propias del amor, es más bien propio del enamoramiento inicial, del ideal de los primeros tiempos. Por ende, también es una ilusión. Sería imposible sostenerlo, al menos, con una única compañera, y eso te introduciría en el conflicto mayor del amor: si no hay un halo ilusorio de futuro, no hay proyectos en común, por ende no hay pareja. Entonces, ese velo que genera el amor, cumple una función. Después, cada pareja advertirá cuánto debe cuidar ese sentimiento, cuánto nutrirlo y cuánto hacerlo vivir sin “abandonarlo”, para traer un significante tuyo. Es posible también hacer del amor una conquista de todos los días, lo que hay que ver es cuán dispuestas están las parejas en duplicar la apuesta.
- Para que haya conquista todos los días, tiene que haber alguien no conquistado cada mañana. ¿No te parece? ¡Está bueno esto! Me estás defendiendo lo que realmente pensás del tema, y no necesariamente lo que me pueda hacer bien a mí. ¡Me gusta! Es una forma de conocerte mejor. Si no sólo me hacés preguntas y te quedás en ese rol neutral dónde nada te conmueve.
- No, no Ale, no te confundas.
- ¿Parezco confundido?
- Que chico soberbio que sos.
- Que mujer interesante que sos. Lástima la diferencia de edad. ¿No?
- Quá raro… La edad para alguien como vos no debería ser un problema. Me extraña…
- La edad no es un problema para mí, pero sí para vos.
- Me parece bárbaro que lo tengas claro.
- Te seguís defendiendo… vamos bien. Rajo antes de que pongas esa cara que no me gusta nada. Byeee.
- Chau Ale…