martes, 19 de agosto de 2008

La seducción en las relaciones humanas

Seducir es un arte constitutivo de toda relación. De eso no caben dudas. Y es una de las cosas más interesantes de las relaciones humanas. Hay personas a las que no les cuesta nada hacerlo, hay mujeres y hombres tan seductores que les basta con una mirada, una palabra, para abrir la puerta a las oportunidades. Hay otros a los que les cuesta un poco más seducir pero, sin embargo, no se rinden en el intento.

Me veo en la obligación de distinguir dos momentos que, en un principio, me resultan irreconciliables formas de seducción. Por un lado, el flirteo en una relación que recién comienza o está por comenzar. Es decir, todo lo que envuelve una situación nueva, novedosa en que dos personas comienzan a conocerse. Por otro lado, la seducción en una relación ya más larga. Estas dos seducciones están separadas por una distancia que puede resultar molesta. Con esto quiero decir que todo lo que implica (en materia de seducción) conocer a alguien tiene un gustito muy especial que no tienen las relaciones ya con un tiempo encima. Pero, a la inversa, estas últimas disfrutan de ciertas formas que adquiere la seducción que pueden resultar aun mucho más agradables que aquellas un tanto superficial de las relaciones nuevas.

La pregunta que se impone es: ¿Cómo hacer para reconciliar estas dos instancias (si esto es posible de alguna manera)?. Podría aventurar una primera hipótesis de resolución de esta cuestión. Definitivamente todo lo que tiene un carácter novedoso tiene ciertas características o cualidades que le son exclusivamente intrínsecas. Ahora, eso no quita que si uno se lo propone pueda extender algunas de estas cualidades en el tiempo. La manera de hacer esto sería generar una especie de situación en la que la relación viva el momento presente.

Quiero decir con esto, que la relación debe asentarse en un pacto que debe renovarse día tras días o, lo que sería aun mejor, momento tras momento. Esto significa que uno siempre, día tras día, minuto tras minuto, tiene que procurar gustar al otro, no dejarse estar. Este aburguesamiento es una tendencia que puede percibirse en muchas de las relaciones largoplacistas. Y esto es culpa de que el pacto que se establece en ellas es uno que focaliza su interés en un futuro (cercano o lejano, lo mismo da) que en definitiva nunca alcanzamos.

Un pacto de este tipo descuida inevitablemente el presente en pos de una meta que carece de sentido inmediato. Lo que está por delante de nosotros siempre lo estará. En cambio lo que está hoy es lo que importa y lo que debemos procurar reproducir.

4 comentarios:

Santiago dijo...

Está muy claro que así debe ser! Brindo por esa revalorización del instante presente!

Anónimo dijo...

me gusto mucho este ensayo
Seducir y ser seducido generan sensaciones increíbles y necesarias.

La infante Cas E. dijo...

El presente es un regalo, por eso le decimos presente. Si Ale, yo creo que es por ahí.

Anónimo dijo...

Si claro, el presente es lo único que existe, aunque la mayoría de los seres humanos nos cueste no viajar del pasado al futuro y viceversa continuamente, sopesando experiencias pasadas, para planear las futuras, y sin tomar conciencia que en definitiva, ninguna de ellas existen realmente...
Con respecto a encontrar día a día y momento a momento algo para seguir seduciendo a tu pareja ya de largo plazo, creo que es uno de los desafíos mas grandes de cualquier pareja, no entrar en la monotonía casi inevitable...el amor hacia el otro, implica una cantidad de cualidades necesarias para la subsistencia de las parejas en los tiempos en que vivimos, que la mayoría de nosotros no es consciente una vez que pasa el flash de los primeros tiempos, y entramos en el automatismo ineludible de la mayoría de las parejas estables...uno de los peores enemigos de cualquier relación, sin duda es la rutina, está en la inteligencia de cada pareja, poder sortearla.

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