domingo, 31 de mayo de 2009

XXIV - Subject: Adios...

Marcos,

Recién hoy leí tu carta. Quizás tengas un poco de razón en todo lo que escribiste, hay gente nueva que intenta entrar en mi vida de la misma manera que lo hiciste vos pero se han ido por el mismo camino. 

No te mentí cuando te dije que no estoy en una buena etapa de mi vida, hay demasiado desorden y esta vez no quiero huir porque vaya a donde vaya los problemas persisten cambiando solo en aspecto. 

Ya no quiero seguir nadando en el lodo sin ver la cuerda a mi lado que pueda sacarme de ahí. Me agota estar tirando manotazos de ahogado sin poder ver una mejoría en nada, es por eso que me propuse calmarme, parar las rotativas y ver donde estoy, a donde me dirijo y empezar por algo. 

Necesito frenar mi fuerza centrípeta que atrae a hombres tan maravillosos como vos porque simplemente no tengo nada para dar, mis energías se agotaron y solo causo desconcierto y angustia, que son casualmente las sensaciones con las que convivo diariamente.

Marcos, sos increíble en muchísimos aspectos y es una injusticia habernos conocido en este momento, pero creo en la existencia de un destino y tengo la convicción que no existe el azar en esta vida, todo tiene una explicación y solo el tiempo me va a dar la respuesta de por qué nuestros caminos se cruzaron tan inoportunamente. 

Lo poco que pude darte fue sincero, fue real y fue lo último que me quedaba para alguien.

Sol

jueves, 28 de mayo de 2009

Te enamoraré...

Él deberá aparecer en escena sin haberte notado. Sos una persona que necesita mirar primero. Todo aquello que te observa, te obstaculiza o te saca de tu lugar de “curiosa observadora”. 

Inicialmente, lo mejor siempre será que haya mucha distancia. El contacto rápido no te da tiempo a acostumbrarte a lo que percibís. Necesitas tiempo. Si él llegara a ser ansioso, te perderá muy rápido. La atracción te hace consciente de lo que te pasa, un estado en el cual no te gusta habitar por mucho tiempo.

Tendrá que ser Masculino. La Masculinidad puede estar simbolizada de muchas maneras, y en vos está relacionada con la seriedad, la dureza, la presencia, el poder, el respeto. No será un aspecto físico, será una imagen, una identidad. Él tendrá que poseer la capacidad de ubicarte, de ponerte un límite, de callarte la boca de la manera más respetuosa, pero con seguridad y firmeza. 

Jamás será un par tuyo. Tendrá que estar en un lugar dónde a vos no te gusta llegar, pero si te gustará tener para apoyarte. Y tal vez…  te excitará desafiarlo, ya que por más que ganes muy de vez en cuando, lo disfrutarás durante meses.

Tendrá que ser respetado por otros, ya que tu naturaleza curiosa, te va a hacer observar como lo ven los demás. Pero también tendrá que rechazarte, la mejor forma para que quieras pertenecer. Entonces, jamás deberá facilitarte ser incluida en su entorno. Solamente un día que él decida, te dará un lugar en su exclusivo mundo, y luego volverá a cerrar la puerta a todos los demás. 

Tendrá que mirarte, pero nunca demostrarte. Deberá confundirte, ya que no te quedan registros de lo que era estar enamorada. Probablemente vas a estar molesta mucho tiempo, sin lograr entender bien porque lo estás. Pero la única respuesta será fácil y una sola: PORQUE TE GUSTA.

Ser poseída físicamente será  la instancia más difícil de tu enamoramiento. Siempre te sentiste un trofeo, o sea que aunque vuelen tus fantasías, estarás limitada al momento de decidir. Tendrás muy claro que mientras no lo hagas, el control siempre quedará de tu lado.

lunes, 25 de mayo de 2009

¡Quiero ser actriz!

Este ensayo es más un “llamado” a la opinión que una sencilla argumentación de lo que opino.

¿Las mujeres están más condicionadas en la imagen que los hombres? Yo creo que sí. A simple vista, tengo la sensación que son ellas quienes están mucho más atentas a su entorno. Miran (y juzgan) tanto a hombres como a mujeres. 

Los hombres en cambio, me parece que están más en sus cosas, y a la hora de prestar atención, es la atracción lo único relevante (en relación a este tema). Con esto no quiero decir que haya un “macho” mirando a otro tipo, solo que no me parece que sea la mayoría.

Evidentemente tendrá que ver con un tema de competitividad, que en el hombre ocurrirá en algunas cosas y en las mujeres en otras.

¿A qué voy entonces? Dada esa presencia que deben mantener, no se permiten mostrar ciertas actitudes, deseos o características que realmente desearían desarrollar, experimentar o curiosear, dado que sino serían mal o prejuzgadas. 

Por eso, la forma que CREO han encontrado para vivir estas “fantasías”, es a través de la interpretación un rol o papel. En mi “idioma” sería una simple excusa.

La primer excusa que se me ocurre es la actuación. A través de este ejercicio, una mujer puede llegar a hacer algo que jamás haría fuera de este contexto. Esto puede ser desnudarse en público, tocar un extraño, tocar otra mujer, jugar a ser puta, seducir a un tercero que no debo, etc., etc.

Ahora bien, si las sacamos de ese plano, posiblemente jamás volverían a hacerlo, es más, puede que hasta se justifiquen argumentando que no les gusta, pero el papel lo exige… (¿?). ¿Quién habría de hacer algo que no le gusta, no? Cómo si fuera un tema de vida o muerte…

Y como este ejemplo hay millones… Una sesión de fotos te puede hacer posar en ropa interior, o en una posición totalmente provocadora que no evidenciarías en otro momento, en la escritura de una novela, o un blog, creando personajes osados y sexualmente transgresores, también en la playa, donde capaz dejan escapar “algo”, pero bueno, la playa es para eso… ¿no?. Y así podría seguir un buen rato.

Sin embargo, hay un último ejemplo que quería mencionar y que no deja de llamar mi atención. Y es el caso del período de lactancia de una madre, momento en el cual sus glándulas mamarias (tetas) aparecen en escena en el mundo público.

Estoy seguro que muchas saltarán a decir un sin fin de explicaciones que me dejen parado a mí como un psicópata degenerado, por eso tratare de profundizar con algo más de información.

¿Cómo algo que permaneció años en privado, un día, y con la excusa perfecta, está a la vista de todos? Ojo, no hablo por todas, pero hay un gran número de mujeres, que exponen abiertamente esta tan preciada sección de su cuerpo sin distinción de momento y lugar.

¿No será que ahora, con las lolas más grandes, y con un motivo increíblemente válido, me permita exhibir, divertirme y disfrutar de ser un poco más osada sin dar lugar a ser juzgada? Me hace acordar a las mujeres cuando se hacen las lolas, que transitan desde la timidez hacia la provocación en una simple operación.

Entonces… si llegar a ningún tipo de conclusión, me seguiré quedando con la duda, ya que al final, aunque trate, no estoy dentro de sus cabezas.


jueves, 21 de mayo de 2009

XXIII - Cris... Marcos... Juan... y Sol

- Juan, llegó la hora de irme.
- ¿Estás segura?
- Sí. Cualquier cosa que haga, me voy a arrepentir a la mañana.
- ¿Tan importante es esta persona?
- No lo sé. Pero lo que sí se es que no voy a estar con vos porque no pude estar con él. No sería justo para vos, ni para mí. Tu delicadeza, tu cuento, todo fue genial, pero él no se va de mi mente. ¿Realmente querés terminar abrazada a alguien que prefiere a otra persona esta noche?
- Sabias palabras. ¿Te acompaño de vuelta al hotel?
- No, prefiero caminar sola. Me va a hacer bien.
- Guardá esta nota en una cajita de cristal, nunca se sabe. Capaz algún día quieras escuchar el final del cuento.
- Adiós.



¿Y ahora Sol? Te quedaste sola. La bronca se fue.  Lo único que quiero es que la vida me lo devuelva. Es triste, pero no puedo hacer nada. Qué impotencia. Hace 24hs que me fui de casa, 24hs nada más que me subí a ese avión y, sin embargo,  siento que pasaron meses. Ya extraño, quiero a mi familia cerca, a mis amigas. 
Marcos, Marcos, Marcos.  Me debe odiar. El corte fue horrible, no sabía qué hacer, me dejó sin palabras, me mató verlo así. Y ahora me toca a mí. Me rompieron el corazón, por hacerme la loca. La que puede con todo. Me lo merezco. O por lo menos, ahora entiendo, pobre, cómo estaba. Ojalá que él pueda comprenderme a mí.

Este golpe de realidad me abre los ojos. Esta inseguridad, este no saber qué hacer, esta desilusión, es todo nuevo. Estaba silenciada, había perdido la capacidad de sentir, evidentemente. 

Capaz lo que siento por Cris, no es sólo por Cris. Y lo estoy agrandando en mi cabeza. Puede ser también parte de mi inexperiencia. Capaz soy yo que me siento deslumbrada por lo nuevo. Por venir de relaciones que no deberían haber sido. O, tal vez, por no poder comparar mucho. Todo fue siempre más de lo mismo. Cuando salís siempre con personas del mismo grupo, hay tantas cosas en común que no te llegas a dar cuenta y, al cruzar ese umbral, te parte la cabeza. Te da la sensación que son personas nuevas, pero prácticamente nos criamos juntos, mismo barrio, o mismo colegio, o mismos amigos que son los mismos cogidos, las mismas formas. 

Con Cris en cambio todo era distinto. Me atemoricé mal. Y cuando, por fín, me abrí, me metí en un cuento. Me creí cualquiera. Que ilusa que soy. La verdad es que sabía que él tenía un sueño. Que se quería ir para allá. Que venía ahorrando, planificando esto hace muchos años. ¿Qué pensaste boluda?, ¿Qué iba a dejar todo por vos?

Qué mezcla tengo.  Igual, espero que esté bien. Que lo cumpla. Que no le pase nada. Y yo tengo que cumplir la mía. La que me propuse. Todo va a estar bien.
- ¿Piso?
- 23, Por favor.

Me voy a bañar, mañana me voy temprano ¿A París? ¿O lo voy a buscar? Basta de pensar por esta noche. Voy a leer el mail de Marcos, y mañana decidiré en el taxi.

www.hotmail.com

Windows Live ID: solmartiniani@hotmail.com
Contraseña:  ********

Mail de Marcos y mail de Cris… Ufff. ¿Y ahora? Me causa gracia esta situación, vamos en orden.

domingo, 17 de mayo de 2009

Causa y sinrazón de los celos

Hay buenos muchachitos, con metejones de primera agua, que le amargan la vida a sus respectivas novias promoviendo tempestades de celos, que son realmente tormentas en vasos de agua, con lluvias de lágri mas y truenos de recriminaciones.

Generalmente las mujeres son menos celosas que los hombres. Y si son inteligentes, aun cuando sean celosas, se cuidan muy bien de descubrir tal sentimiento, porque saben que la exposición de semejante debilidad las entrega atadas de pies y manos al fulano que les sorbió el seso. De cualquier manera; el sentimiento de los celos es digno de estudio, no por los disgustos que provoca, sino por lo que revela en cuanto a psi cología individual.

Puede establecerse esta regla:

Cuanto menos mujeres ha tratado un individuo, más celoso es.           

La novedad del sentimiento amoroso conturba, casi asusta, y trastorna la vida de un individuo poco acostumbrado a tales descargas y cargas de emoción. La mujer llega a constituir para este sujeto un fenómeno divino, exclusivo. Se imagina que la suma de felicidad que ella suscita en él, puede proporcionársela a otro hombre; y entonces Fulano se toma la cabeza, espantado al pensar que toda "su" felicidad, está depositada en esa mujer, igual que en un banco. Ahora bien, en tiempos de crisis, ustedes saben perfectamente que los señores y señoras que tienen depósitos en instituciones bancarias, se precipitan a retirar sus depósitos, poseídos de la locura del pánico. Algo igual ocurre en el celoso. Con la diferencia que él piensa que si su "banco" quiebra, no podrá depositar su felicidad ya en ninguna parte. Siempre ocurre esta catástrofe mental con los pequeños financieros sin cancha y los pequeños enamorados sin experiencia.

Frecuentemente, también, el hombre es celoso de la mujer cuyo me­canismo psicológico no conoce. Ahora bien: para conocer el mecanismo psicológico de la mujer, hay que tratar a muchas, y no elegir precisamen te a las ingenuas para enamorarse, sino a las "vivas", las astutas y las desvergonzadas, porque ellas son fuente de enseñanzas maravillosas para un hombre sin experiencia, y le enseñan (involuntariamente, porsupuesto) los mil resortes y engranajes de que "puede" componerse el alma fe menina. (Conste que digo "de que puede componerse", no de que se compone.)

Los pequeños enamorados, como los pequeños financistas, tienen en su capital de amor una sensibilidad tan prodigiosa, que hay mujeres que se desesperan de encontrarse frente a un hombre a quien quieren, pero que les atormenta la vida con sus estupideces infundadas.

Los celos constituyen un sentimiento inferior, bajuno. El hombre, cela casi siempre a la mujer que no conoce, que no ha estudiado, y que casi siempre es superior intelectualmente a él. En síntesis, el celo es la envidia al revés.

Lo más grave en la demostración de los celos es que el individuo, involuntariamente, se pone a merced de la mujer. La mujer en ese caso, puede hacer de él lo que se le antoja. Lo maneja a su voluntad. El celo (miedo de que ella lo abandone o prefiera a otro) pone de manifiesto la débil naturaleza del celoso, su pasión extrema, y su falta de discernimiento. Y un hombre inteligente, jamás le demuestra celos a una mujer, ni cuando es celoso. Se guarda prudentemente sus sentimientos; y ese acto de voluntad repetido continuamente en las relaciones con el ser que ama, termina por colocarle en un plano superior al de ella, hasta que al llegar a determinado punto de control interior, el individuo "llega a saber que puede prescindir de esa mujer el día que ella no proceda con él como es debido".

A su vez la mujer, que es sagaz e intuitiva, termina por darse cuenta de que con una naturaleza tan sólidamente plantada no se puede jugar, y entonces las relaciones entre ambos sexos se desarrollan con una normalidad que raras veces deja algo que desear, o terminan para mejor tran quilidad de ambos.

Claro está que para saber ocultar diestramente los sentimientos sub­terráneos que nos sacuden, es menester un entrenamiento largo, una educación de práctica de la voluntad. Esta educación "práctica de la voluntad" es frecuentísima entre las mujeres. Todos los días nos encontramos con muchachas que han educado su voluntad y sus intereses de tal manera que envejecen a la espera de marido, en celibato rigurosamente mantenido. Se dicen: "Algún día llegará". Y en algunos casos llega, efectivamente, el individuo que se las llevará contento y bailando para el Registro Civil, que debía denominarse "Registro de la Propiedad Femenina".

Sólo las mujeres muy ignorantes y muy brutas son celosas. El resto, clase media, superior, por excepción alberga semejante sentimiento. Durante el noviazgo muchas mujeres aparentan ser celosas; algunas también lo son, efectivamente. Pero en aquellas que aparentan celos, descubrimos que el celo es un sentimiento cuya finalidad es demostrar amor intenso inexistente, hacia un_ bobalicón que sólo cree en el amor cuando el amor va acompañado de celos. Ciertamente, hay individuos que no creen en el afecto, si el cariño no va acompañado de comedietas vulgares, como son, en realidad, las que constituyen los celos, pues jamás resuelven nada serio.

Las señoras casadas, alcabo de media docena de años de matrimonio (algunas antes), pierden por completo los celos. Algunas, cuando barruntan que los esposos tienen aventurillas de géneros dudosos, dicen, en círculos de amigas:

-Los hombres son como los chicos grandes. Hay que dejar que se distraigan. También una no los va a tener todo el día pegados a las faldas...

Y los "chicos grandes" se divierten. Más aún, se olvidan de que un día fueron celosos...

Pero este es tema para otra oportunidad. 

Roberto Arlt

viernes, 15 de mayo de 2009

Carrera de obstáculos

¿Vieron que muchas veces un hombre que demostraba mucho interés en una mujer, desplegando su mejor cortejo, tiende a desaparecer una vez que ocurre la primera relación sexual? ¿O en otros casos, toda esa inversión en tiempo y creatividad que el príncipe dedicaba a su princesa, hace una inversión de roles al cruzar el umbral de la cama?

Bueno, esto que en mi opinión, es bastante frecuente y suele desilusionar mucho, se debe a una gran desventaja que poseen las mujeres, en lo que, para mi, tiene que ver con el tiempo de ocurrencia del enamoramiento.

Si quisiera ser más específico diría que es más una problemática de Objeto Amado y Sujeto Amante, que de géneros, pero lo voy a dejar así.

El hombre, por su naturaleza, se siente atraído a su objeto de deseo muchísimo antes que una mujer. Esto no significa que una mujer vea un tipo muy lindo y se lo quiera “comer”, pero entre decir y fantasear a llegar a cometer, hay una gran distancia.

Este tema lo he aclarado muchísimas veces en una lista interminable de ensayos, pero en este caso busco aclarar cuál es la consecuencia de esta diferencia.

Como es el hombre quien siente la atracción primero, éste es el primero en actuar. Uno no ve mujeres levantando hombres en boliches, sino todo lo contrario. El hombre propone, la mujer dispone. Y en este caso, mientras el hombre esta descontrolado en su deseo de conquistar, la mujer está contemplando “quien” es esta persona, y que tiene para ofrecer realmente.

O sea, más allá que su pretendiente sea atractivo o no, se tomará su tiempo para descubrir si realmente le gusta.

¿Qué ocurre entonces? El hombre comienza a enamorarla, a desplegar su mejor ritual (dada la dificultad) para ser elegido. La mujer es pasiva en su meditación hasta que un día…

PIM PAM PUM, se descubren sexualmente por primera vez.

La mujer, después de haber presenciado semejante actuación, presupone que aquel muere por ella. Sin embargo acá esta la gran diferencia. El hombre no está enamorado, solo esta atraído. Y como la mujer ha sido pasiva, justamente por estar evaluando, se “olvido” de enamorarlo.

Y no solo se olvido de enamorarlo, sino que además le regalo aquello que el hombre más deseaba: Poseerla. El hombre sabe que una vez que logro la primera vez, la conquisto, sobre todo si le costó considerablemente. Es por eso que luego se "achancha" o en otros casos desaparece.

¿Y cómo hacer para enamorar un hombre habiéndole entregado lo que más deseaba? ES IMPOSIBLE.

Como hombre les puedo decir, que si realmente quieren enamorar a quien las está conquistando, no solo deben hacerse desear, sino que además deben actuar. Pero no después, ANTES. El hombre también requiere ser conquistado, ya que sino te lo robará cualquier otra atracción.

Y para lograr todo esto, la única forma es darse cuenta un poco ANTES quien te gusta y quién no. No den tantas vueltas jugando a las princesas inalcanzables, porque solo lograrán ser tocadas y abandonadas.

Aclaración: Se que hay hombres que sin que una mujer haga nada, mueren por ellas, desean casarse, tenerlas, poseerlas, controlarlas, etc., etc. Si queres mantener tu libertad, no te recomiendo estos ¡fuckin' psicópatas!

martes, 12 de mayo de 2009

Sobre las mujeres altas

Créase o no la altura en una mujer influye en su forma de ser. Es más, diría que no solo la altura, sino que varias características de la contextura física de las personas determinan muchas cosas.

Es sumamente probable que un hombre de dos metros desarrolle una personalidad mucho más valiente frente a conflictos que involucren violencia física que un hombre delgado y bajito. Su temor a salir lastimado es mucho menor si la mayoría de sus “amenazas” son más pequeñas que él.

El contacto de lo físico con el entorno desarrolla diferentes formas de relacionamiento que a veces son más fáciles de agrupar y definir, siempre que hablemos de características generales bien marcadas.

Las personas muy atractivas, las muy poco atractivas, las gordas, las flacas, aquellas que presentan alguna anomalía, las altas, las bajas, los enanos, las que poseen buena cola, las que no tienen cola, las que tienen buenas lolas, las que se hicieron las lolas (otro ensayo), las mujeres altas...

La lista es interminable, pero básicamente cualquier característica distintiva que pueda ser identificada en varios individuos, es muy probable que nos permita extraer hábitos comunes en las personalidades. Si se pueden sacar patrones de los signos, miren sino vamos a poder sacar algo de todo esto.

Volviendo al tema, que podríamos observar del relacionamiento de una mujer alta con el entorno, comparativamente hablando. Lo primero que se me ocurre tiene que ver lógicamente con su tamaño.

Una mujer alta, tiene una percepción de su fuerza física en relación a los hombres, distinta a la que posee una mujer más pequeña. El hombre por lo general tiende a ser más grande que una mujer. Pero estas diferencias varían, y cuando una mujer posee un tamaño relativamente semejante al de un hombre, la sensación no es la misma.

Este argumento lo he explicado de muchas maneras distintas, pero básicamente si yo sintiera que la persona con la cual voy a tener relaciones sexuales podría lastimarme si así lo deseara, es muy probable que esperaría a conocerla lo suficiente como para estar seguro que no corro riesgos. Este ejercicio puede ocurrir consciente o inconscientemente, pero ocurre.

Una mujer vive con un temor que un hombre no experimenta en toda su vida: la violación. Es una amenaza que solo experimentan las mujeres. El hombre no solo es una persona que puede enamorar, sino que también puede hacerme daño, y daño de verdad.

Para el hombre, en cambio, la mujer es inofensiva. O por lo menos eso percibe. El hombre no tiene asociado el riesgo o el temor a su imagen de la mujer, sino todo lo contrario. Esta “sutil” diferencia, podría llegar a explicar porque la diferencia en la forma de vivir la sexualidad que tienen ambos géneros. El hombre no tiene nada que filtrar ya que no puede pasarla “mal”, la mujer en cambio, sí.

A que voy entonces con todo esto, básicamente que a medida que la mujer “crece” en volumen, los temores disminuyen. Puede que en algunas más que otras, pero definitivamente una mujer de un metro ochenta se abre muchísimo más a las nuevas experiencias que una mujer de un metro cincuenta; siempre hablemos principalmente de extraños.

La segunda observación tiene que ver con las oferta. Las mujeres altas, y cuanto más altas peor, tienen menos opciones que las mujeres más bajas. 

Esto se debe principalmente a dos motivos. Por un lado hay una presión social a que la mujer “debe” ser más baja que el hombre. Caso contrario se convierte en una pareja despareja. Esto “obliga” a filtrar todos aquellos hombres más bajos que ella, alterando el número de posibilidades que tiene.

El segundo motivo tiene que ver con los hombres. Las apariencias generan identidad, y las mujeres altas dan una imagen fuerte. Exponen cierta fortaleza que otras mujeres no. Fortaleza bien ganada al fin, pero que en muchos hombres con falta de “pelotas”, genera cierta sensación intimidatoria que provocan un auto descarte.

Igualmente quiero aclarar que este último argumento también ocurre con mujeres voluptuosa (mucha curva) que no necesariamente son altas.

Una vez más, las opciones disminuyen complicando absolutamente la posibilidad de encontrar un ser amado digno de este “tipo” de mujeres. 

Entonces, creo que solo me resta una pequeña conclusión pero solo como consejo para hombres… 

Si algún día te hallas frente a una mujer, digamos... por encima del metro setenta, no dudes en acercarte, ya que lo más probable es que dada tu seguridad y valentía para hacerlo, el exceso de cagones que abundan y su apertura a las nuevas experiencias, a falta de ciertos temores por los que no se ve amenazada, la conquistes como un ¡campeón!

martes, 5 de mayo de 2009

Rescatistas Patológicos

Los rescatistas patológicos son esas personas que buscan siempre personas en necesidad. Se da tanto en hombres como en mujeres sin distinción de géneros.

Su enamoramiento ocurre cuando encuentran a alguien que tiene problemas. Problemas de salud, de dinero, de familia o cualquier otro tipo de circunstancia que provoque tristeza y desamparo.

Esto no significa que sea el único motivo, pero como siempre digo, sin esta problemática el amor no ocurrirá.

Por otro lado está el objeto en problemas, el necesitado. Pero no me voy a detener a analizarlo en profundidad, ya que un rescatista puede “creer” que alguien necesita su ayuda, sin que esto sea realmente cierto.

Ahora bien, ¿a qué se debe que una persona busque a alguien en estas condiciones? Obviamente se debe a una inseguridad. Inseguridad al abandono. 

En general, personas que padecen esta patología (parezco un médico hablando) han vivido alguna carencia afectiva, tratando de volcar su falta, hacia un “nuevo” tercero. 

Cuando uno sufre de afecto cuando es chico, pueden ocurrir dos cosas, la primera es enfriarse, resentirse, encerrarse, aislarse y la segunda es la totalmente opuesta, o sea, dar, dar y dar sin recibir, o esperar, nada a cambio. 

¿Y por qué una inseguridad a ser abandonado me puede motivar a buscar una persona que necesita ayuda? Principalmente porque al rescatarla generarías un lazo dependiente, provocando como una suerte de garantía. 

Si alguien necesita algo que yo poseo, básicamente me necesita. 

Entonces, dos conclusiones. La primera es que si te ha tocado ser de aquellas personas que siempre necesitan rescatar perdedores, gana algo de confianza en vos, y aposta por quien solo demuestra una mera atracción lo más balanceada posible, no más. Sino, corres el riesgo que lo único que pretenda de vos sea recibir, atributo que podrá reemplazar por otro en cualquier momento, cuando ya no te necesite más.

La segunda, es que si sos vos quien siempre termina elegido por personas que buscan cuidarte en todos los aspectos, aunque vos no muevas casi un dedo, evidentemente de alguna forma estás dando una impresión de carenciado, cosa que en muchos casos, es muy probable que tenga algo de verdad. 

Para mas información de estos enfermos: Sujeto Amante

domingo, 3 de mayo de 2009

XXII - Sonrisas - Segunda Parte

- ¿Por qué llorás?
- Sorry, no puedo hablar.
- ¿Dije algo malo?
- No… pero me acaban de romper el corazón, ¿sabés? Y no puedo dejar de pensar en eso. La historia que me contás, el gesto, esta forma en la que te acercaste hasta mí, todo lo que hiciste que suceda en unos minutos debería hacerme sentir especial, pero la verdad es que hoy sólo puedo desear a una persona, a una persona que me acaba de abandonar.
- ¿Cómo te llamás?
- Sol.
- Sol, no te olvidaré.
- Esperá. Vos, ¿cómo te llamás?
- Juan Cruz. Adiós, Sol. Fiel a mi promesa, acá nos separamos.
- Así que Juan Cruz ¿No pensás terminar con la historia?
- ¿Vos insistís?
- …
- Seguime y escuchá.

“Desconfió de sí misma, pensó que habría dejado la nota en otro lado, y en seguida el temor se potenció al imaginar que alguien podía haber entrado a la casa. Pero las ventanas estaban cerradas y a través de ellas, la  luna llena iluminaba un bosque solitario. ´¿Qué me pasa?´, se preguntó mientras buscaba la nota con actitud de ansiosa desesperación. 

Las agujas del sueño terminaron con su vigilia, sólo hasta que el frío de la noche la despertó. La leña con que calentaba la cabaña se había apagado. Se levantó en busca de su abrigo, con la intención de encender el hogar, temiendo que alguien estuviera jugando con ella.

En medio del silencio, agregó unos leños al fuego, caminó hasta la cocina para calentarse una sopa y cuando estuvo con la taza entre sus manos, levantó sus ojos y vio un gran fuego hamacándose a pocos metros de su jardín.
 
´Es él´, se entusiasmó. Con la cara iluminada, dejó la taza, abrió la puerta y corrió hacia la fogata. La calidez del aire acariciado por el fuego la reconfortó. “Definitivamente tiene que ser él”, pensó. 

Esperó unos segundos. Y esperó más, palpitando. “¿Dónde estás ¿Quién sos? ¿Por qué no aparecés, por qué acechás?”, se cuestionó sin voz y comenzó a alejarse del fuego, lentamente, hasta que de pronto escuchó un portazo: su cabaña había quedado completamente cerrada, con las llaves del lado de adentro.

Se sentó sobre el pasto, con una sensación mezcla de desconsuelo y protección. Entre los aullidos de lobos y el crujir del fuego, escuchó cómo los arbustos que la rodeaban se movían. Se paró de un salto, tomó rápidamente una rama encendida, pero nadie apareció, nadie se acercó hasta ella y al cabo de unos minutos y casi sin poder ver, decidió acercarse. 

- Hola –escuchó, por fin. 
- ¿Quien está ahí? –preguntó enseguida.
- Quien te pretende –le respondió una voz de hombre pausada.
- Me estás asustando. ¿Dónde estás? ¿Quién sos?
- Prometí que sólo te revelaría algo más de mí si lograba hacerte sonreír otra vez. 
- Pero mirá, mirame cómo estoy –aceleró su voz-. ¿Cómo creés que podría sonreír en una situación así?
- Está bien. Te voy a ayudar. Si caminás dos pasos hacia tu derecha, vas a chocarte con un abrigo de lana. Es mío, podés usarlo. Una vez que te encuentres confortable dentro de él, buscá en sus bolsillos, ahí encontrarás algunas herramientas que te ayudarán a abrir nuevamente tu pequeño castillo. 
- ¿Por qué estás haciendo esto por mí? –dijo ella, inquieta.
- Todos debemos ser rescatados de alguna manera, y a mí me ha tocado rescatarte a ti.

Ella sonrío. Y al sonreír:

- ¿Me ves? Estoy sonriendo. 
- Te veo, princesa. Qué descanses.
- ¡Esperá! ¿Qué más me vas a revelar de vos esta noche? Me permitiste conocer tu voz, puedo abrazar tu abrigo e imaginar el tamaño de tu espalda, pero me gustaría que me regales algo más, lo que sea, pero dame algo más, por favor.
- Está bien. Apagá tu rama encendida y caminá cinco pasos hacia adelante.
- ¿Qué voy a conocer?
- Vení, acercate unos pasos más.
- Pero decime, qué.
- Si mirás en la dirección que mira la luna, verás mis ojos que te miran, brillando por vos.
- Te veo, te estoy viendo pero, pará, no, ¿a dónde te vas ahora?

Algo había cambiado. La princesa abrió la puerta de la cabaña con facilidad y se acostó, invadida por una sensación de tranquilidad y protección. A la mañana siguiente, las confusiones comenzaron a desvanecerse, el acercamiento pausado le permitió disfrutar de lo que estaba pasando, sin presión.

´Hoy va a ser, tengo que encontrarlo, no sé en qué momento del día, pero es hoy´, pensó, entusiasmada, hasta que al abrir la ventana sus deseos se vieron envueltos por una terrible tormenta: la casa estaba bloqueada; las posibilidades, arruinadas. 

Siguió lloviendo todo el día, toda la noche; al día siguiente y así, la princesa pasó una semana incomunicada, sin poder ir al pueblo y ese encierro que era común por la época del año, se convirtió aquella vez en una cadena enredada, desesperante y brutal.

Finalmente, luego de diez días, el sol reapareció. Había pasado demasiado para el poco tiempo que tenía su “cuento” con el extraño, pero la llama seguía encendida. La expectativa de conocerlo estaba intacta y así fue que salió a buscarlo. Durante aquellas jornadas de lluvia pensó que la mejor forma de encontrarlo sería yendo al pueblo. Mostrando su abrigo y sus herramientas, alguien iba a poder orientarla.

Tomó su caballo y salió. Cuando llegó, primero preguntó al comerciante de gallos que la miró invasor, atemorizado y se negó a contestarle. La vendedora de pieles reaccionó de forma similar y así, poco a poco y pregunta a pregunta, la fantasía de la princesa se convirtió en desilusión. 

Decidió volver a su cabaña. Pasó el viaje imbuida en sus reflexiones, pensando lo peor, resignada a creer en que aquel hombre capaz de deslumbrarla fuera el mismo que causaba temor. Sin embargo, cuando estaba llegando a su casa, cuando sintió que sus ideas se sosegaban, decidió deshacerse de la situación: arrojó todas las pertenencias al camino y esbozó un quedo e introvertido chau.

Era casi de noche cuando divisó a lo lejos su cabaña y la invadió un nuevo sentimiento. Esta vez, le resultó extraño no escuchar los ladridos de su perro desde la distancia, y decidió dar una vuelta por detrás de su casa antes de abrir la puerta.

Rodeó la cabaña y no encontró nada. Se sonrió de alivio y cuando llegó a la puerta, notó que estaba abierta. En el mismo momento en que sintió su garganta ahuecarse, el caballo se levantó en dos patas, la tumbó y salió al galope.

Las lágrimas de hielo en sus ojos le evidenciaron terror. La princesa notó en ese instante que estaba sola, en medio de una noche opaca y silenciosa. Sola, e imposibilitada de acudir a nadie”.

- ¿Y? ¡Seguí!
- Hasta acá llego, Sol.
- ¿Qué? Me cambiaste la historia, Juan Cruz. Venías contando un cuento de princesas romántico y ahora se convirtió en la peor historia de terror. ¿Qué le estás haciendo a la princesa?
- Hay que improvisar, ese fue el clímax que me generaste vos cuando dijiste que deseabas a otra persona a tu lado.
- No vale, yo fui sincera.
- Y yo, a través de mi cuento, también. Es una improvisación y como tal se construye sobre mis emociones.
- Quiero saber cómo termina, no me vas a dejar así.
- Bien. Entonces, esta es mi propuesta, my lady: si mi historia te hace sonreír, al final deberás regalarme un beso. Ahora…
- Epa.
- Esperá. Digo que, ahora, si lográs contenerte o no logro crearte esa sensación, se podría decir que ganaste.
- ¿Por qué gané?
- Porque obtuviste un momento de entretenimiento sin tener que dar nada a cambio.
- Es feo eso que decís.
- No lo creo, vos sos la princesa de esta noche y yo soy quien decidió acercarse. Dado que soy quien te pretende, es mi deber generarte sensaciones. Vos fuiste clara y yo lo acepté de esa manera.
- Es verdad.
- Sabrás que tengo fe al final de este cuento. ¿Aceptás mi desafío, Sol?
- ¿Dónde estamos?
- En una plaza muy cerca de tu hotel.
- No sé, Juan…

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