Consentido: Mimado en exceso.
Así como encontramos ricos y pobres económicamente hablando, también existen personas que “acumulan” muchos pretendientes dejando (sin intención) muy pocos para otras u otros.
Sin hacer referencia al amor proveniente de padres y amigos, aunque también influye, el foco de este ensayo es hacia aquellos que siempre disfrutan de un exceso de oportunidades. Esto puede ocurrir de nacimiento, o puede ser algo que se vaya desarrollando con el tiempo.
En la vida de hoy, el principal atributo que define la distribución de la “riqueza” es la belleza estética.
Estética: Es la rama de la filosofía que tiene por objeto el estudio de la esencia y la percepción de la belleza
Belleza: Es un concepto / cualidad abstracta y subjetiva presente en la mente de los seres humanos que produce un placer intenso, y proviene de manifestaciones sensoriales o ideales. Propiedad de las cosas que nos hace amarlas y provoca deleite.
Se que al ser una apreciación subjetiva lo que para unos es bello para otros puede no serlo, sin embargo hay formas y características que agrupan estas subjetividades. Por ejemplo, el modelaje tiende a segmentar personas que presentan cualidades en común.
La belleza estética no es solo determinante en el amor, sino también a la hora de conseguir un trabajo, de convertirte en un artista célebre, etc. Ojo, esto no quiere decir que haya grandes talentos que no respondan a los patrones físicos más agradables, sin embargo, la oportunidad para destacarse implicará mayor esfuerzo.
En el hombre puede que se desarrollen otros atributos que le permitan “empujar” sus capacidades de atraer. Estos pueden ser el poder, la riqueza, la "onda", ser músico, etc. Algunos más, otros menos, pero suelen ayudar bastante. En cambio en la mujer, la vida es algo más injusta… pero igual, esto lo analizaremos en otro momento.
Sin entrar mucho más en este tema, mi intención es explicar los efectos consecuentes en una persona que tiene exceso de oportunidades para elegir un compañero /a.
Voy a enfocarme solamente a quienes siempre fueron atractivos, o sea de nacimiento. En este caso los efectos son muy similares a los que ocurren con los chicos cuando nacen en un contexto de abundancia económica.
Si siempre me trajeron la comida servida a la mesa…
1- Nunca voy a entender el esfuerzo que implica comprar todos los ingredientes y cocinarla.
2- Nunca voy a saber que me gustaría comer si nadie hubiera comprado ni cocinado nada.
Tener entendimiento de estas dos cuestiones amplía el disernimiento de nuestro pretendiente por un lado, y el conocimiento de nosotros mismos por el otro.
¿Por qué? En primer lugar, entender lo que una persona se ha esforzado por conquistarnos es información vital que nos permite medir el concreto interés que tiene. Esto añade muchísimo valor al amor que (creo) todos pretendemos.
En segundo lugar, existe la posibilidad que de las cincuenta opciones que tenga un menú no deseemos ninguna. Quizá simplemente, queremos estar en un restaurant totalmente distinto, con comidas que poco tienen que ver con aquellas que se nos presentan con demasiada facilidad.
Sino tenemos claro lo que realmente queremos, mas allá de las oportunidades que se nos presentan, corremos el riesgo de vivir una vida muy chata en lo que a las emociones concierne.
Es por eso, que ser una persona consentida sufre una amenaza sino lo sabe manejar con cuidado. Puede que termine excluida, privada a su “teórico exceso” de posibilidades o, simplemente, que nunca sepa distinguir la buena comida de la mala (solo en relación a nuestros propios gustos).
5 comentarios:
¿Y no corre el mismo riesgo aquella mujer que -en contraposición- no tiene muchas posibilidades y se ve cayendo de bomba sobre lo único que aparece y que la seduce un poco? Como sea, es prisión.
Obvio... pero en ese caso no hay opción...
Triste es quien la tiene y la desperdicia... don't you think?
Habría que definir desperdicio. Pero supongo que sí...
Desperdiciar: Usar o consumir recursos de forma incompleta o incorrecta; Fallar en el aprovechamiento de recursos o de oportunidades.
Ja ja ja! Gracias, Ale. Ahora sí: tan triste!
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