martes, 12 de abril de 2011

Nunca confíes en una mujer con gafas - IV -

Aturdido por lo que pasó, los tres días siguientes pasaron inadvertidos. La conversación con Flor fue dura. Dijimos cosas de las que no se vuelve. Supongo que hacía falta, no podíamos seguir detenidos de esa manera.

Dudé en ir al taller. Obviamente, el entusiasmo mermó después de aquella conversación telefónica. Quería huir y, aunque no siempre es malo, no podía. La mujer con gafas no me dejaba. Molestaba en mi cabeza.

Es nadie, ya lo sé. Pero para mí, en ese momento, lo representaba todo. El jueves me junté a comer con Martin y, conociendo su reacción a mis fantasías, no me daban ganas de contarle nada. ¿Qué le iba a decir? ¿“Me enamoré de otro fantasma”? ¿Que estoy dejando ir a alguien por falta de algo inexplicable? Sembraste una duda Flor. Y eso es lo que mejor hiciste.

- ¡Viniste! Pensé que saltabas este domingo.
- Casi. Maté un libro en mi lugar y al entierro fuimos una misteriosa mujer de anteojos enormes y yo.
- Y te enamoraste…
- Un poco. Era obvio, ¿no?
- ¿Cuándo aprenderás a disfrutar de las cosas simples? Tal vez, si lograras canalizar tu libido hacia alguna actividad le exigirías otras cuestiones a tus relaciones afectivas. Pifiás cuando crees que una sola persona puede cubrir toda tu necesidad de adrenalina. Si balancearas tu vida de alguna manera, lo único que te haría falta de una mujer es un gran aporte de paz.
- ¿Paz? ¿Me estás cargando?
- No Andre. Mirame a mí. A mí me gusta mucho lo que hago, me atrapa mi carrera, mi profesión. Si no tuviera a mi lado una mina que me quiere, que me apoya, que está ahí siempre, no podría desempeñarme bien en mi carrera. Necesito esa estabilidad. Por eso, Sofía, es vital en mi vida.
- ¡Pero no la amás!
- Sí la amo. Pero no con esa pasión que tenés vos que parece desmerecer otras formas de amor. No todos funcionamos así. Lo que vos no te das cuenta, es que la pasión que buscás en una mina también representa tu falta de pasión para otras cosas. Estás vacío. Por eso, cuando asoma la mujer que reúne las cosas que te atraen, desbordás de felicidad. Partís desde más abajo.
- Tal vez. Pero los gustos no se eligen. Y sabés que he hecho de todo en la vida.
- Pero de todo también te aburriste. Como te aburrís de las minas al conquistarlas. Algunas personas se enamoran de un deporte, de una mascota, del dinero, de muchas cosas. Vos no te enamorás de nada. Nada te atrae mucho tiempo, no lo degustás. No encontrás la riqueza, la evolución de las cosas con el tiempo. Y con las mujeres, no haces excepción.
- Ya discutimos esto Martín, uno tiene que pensar como retener al otro, no a uno mismo. Si las minas con las que salgo no saben cómo manejarme, ¿qué querés que haga? No entiendo cómo hacés para morir por una mina absolutamente incondicional a vos. ¿Qué es lo que te atrae tanto de alguien que está siempre presente, aunque no le prestes atención?
- Ya te dije, la incondicionalidad regala completitud. Una ficción que nos gusta comprar a los narcisistas. Es lo que necesitamos para atender otras inquietudes. Para estar en orden, balanceados. ¿No te acordás el comentario que te puso La en aquel ensayo? ¿Eso del amo y el esclavo? ¿Dónde el esclavo no se da cuenta que es él el que pone al amo en un lugar privilegiado? Si lo entendiera, podría maniobrar de otra forma. El poder en realidad es del esclavo, o sea, del que acciona. Por eso, nosotros los “amos”, somos fieles a nuestros esclavos.
- …
- Y si no hacé como hace la mayoría de los casados que funcionan… Hombres que se excitan con hacer más y más guita y las mujeres con sus hijos. La transferencia de libido en esos matrimonios se da para ambos. Por eso dura. ¿Si no qué te queda? Seguir buscando pareja reproductiva como macho activo y mantenerte todo el tiempo al palo.
- Estoy al horno, básicamente.

- Depende de vos Andre. ¿Florencia? ¿Ya fue?
- Lo estoy pensando, aún no me decido. Tampoco sé cómo darle una oportunidad a una persona cuando no me siento del todo enamorado.
- ¡Dale tiempo, boludo!, lo tuyo es casi instantáneo.
- Pero con Florencia ya pasó más de un año.
- ¡Dale Andrés!, nunca te abriste con ella. Siempre la tuviste ahí, controlada. Lo tuyo es al principio. Lo cerrás antes de comenzar prácticamente. Como si el otro no importara. ¿Cuánto podés saber de una persona en un par de diálogos?
- ¡Lo más importante! En un par de diálogos lo que descubro es su potencial. Cuánto podrá elevarme. Las primeras impresiones en una conquista son determinantes. Me permiten proyectar en mi mundo de fantasía todo lo que podré compartir de mi vida con ella. Porque al final soy una persona que necesita dar, es mi cualidad vital, lo que me da vida. Tengo toda esta cosa adentro que quiero sacar, que me mantiene… No sé, simplemente me gusta estar así, pendiente. Pensar un email, pensar... Buscar en mí o ir por la calle mirando… como indagando algo para compartir con el otro. Así estoy constituido, ¿sabés? Voy con mi valijita, andando por ahí, te nutro, te enquilombo la vida… me presento con lo que soy y lo que tengo, dispuesto a entregarlo todo.
- ¿Así nomás? ¿A cualquiera que lo ande necesitando?
- No, a cualquiera que me guste y lo ande necesitando. Así como vos te abrís a cualquiera que te ande buscando, ¡salame! Pero sí, definitivamente tiene que necesitarme. Tiene que ser frágil. Hasta algo insegura. No sé si de sí misma, sino del amor. Mi opuesto complementario. Tiene que buscar refugio cuando no se sienta querida. Y aunque la quieras, que te crea pero no por mucho tiempo. Cosa que mañana, me permita volver a conquistarla. Algo así como sos vos.
- ¿Como yo?
- Obvio, ¿no es acaso lo que necesitás? Es lo que me acabás de describir. Sos frágil, necesitás paz porque no la encontrás solo. En cambio, yo me aburro solo. Al final, me querés cambiar, convertir en alguien más parecido a vos, y sin embargo, cuando una mina te gusta, necesitás que sea igual a mí. ¿Cuántas veces te he dicho que tal mina está al horno y vos seguís dudando? Nunca le terminaste de creer a tus minas que realmente estaban enamoradas de vos. Necesitabas una reconfirmación casi diaria, se podría decir. ¿O no?
- Puede ser.
- Esa duda que le transmitís a Sofía es la que la mantiene viva, en movimiento. Lo que la estimula a seguir conquistándote. Martín, tu mejor estrategia con una mina no tiene que ver con tu acto consciente de volverte inaccesible, sino con tu inseguridad excesiva a dar cualquier paso. Mejor menos que más. Hiciste estrategia de un acto natural. Te diste cuenta que funciona y ganaste confianza, nada más.
- Si hay algo de lo que estoy seguro, es que cuando una mujer realmente llega a conocerme me pone en este lugar… como si jamás hubiera sentido las cosas que siente por mí. Sucedió con todas las que realmente se tomaron el tiempo.
- ¡Ves! Y eso es lo que disfrutás, ocupar ese lugar que asumís inocupable con cada nueva persona que te has cruzado. Planteás un juego donde vos ponés distancia y el otro se te acerca. Y a medida que avanza lo volvés a alejar, como si siempre hubiera una capa más por descubrir. Actuás interesante pero en realidad estás incómodo. No estás seguro de atraer. Tu distancia no es más que un acto defensivo. Y aunque tu amigo lo vea como una idiotez, cuando este acto se me presenta en la mujer que me gusta, es absolutamente irresistible. ¿Cómo no me comprendés?
- ¿Y Florencia no tiene todo esto?
- Lo tuvo, hasta que se volvió incondicional. Cambió incorrectamente. No sé qué sucedió realmente, pero de ser una mina como vos, se convirtió en alguien que ya no necesita de mí. Haga o no haga, me adora. Nadie que realmente necesita algo se queda sin recibir nada a cambio. Y como te dije al principio, si no estoy en movimiento, me termino aburriendo. Yo era el esclavo, no sé qué mierda le pasa a las minas. Quédense dónde estaban cuando las conocí. No estoy intranquilo, este es mi hábitat, la persecución. No quiero que me regales nada, dejá que me lo siga ganando y me conservarás para siempre.
- O sea que al final, tu ecuación no implica otra cosa que frustrado o aburrido.
- Preguntátelo vos. ¿Funciona con Sofía? Evidentemente si, por algo sigue ahí hace mucho tiempo.
- Hagamos una cosa, vamos a buscar a la mina esta con gafas que le explico de antemano cómo tiene que hacer con vos. ¿O preferís que la llame a Flor?

Fue divertido. Aportó. Y al final lo convencí de que me acompañe hasta el taller de arte. Estábamos en el Oldest, ahí en Elcano al 3400, como siempre. A tan solo unas pocas cuadras de la posible dirección. Tampoco era muy tarde porque comimos temprano. No perdíamos nada con extender unos minutos la vuelta a casa. Andá a saber, capaz nos encontrábamos con alguien…

9 comentarios:

Anónimo dijo...

la incondicionalidad regala completitud... me encanto!!!


Jose Pato

Santiago dijo...

Esta historia es la que más me gusta hasta ahora.

A efectos de la historia queda bien, muy bueno, pero fuera del marco no reduciría todo al maniqueísmo entre soñadores de cielos y amantes del suelo sin contemplar los grises.

Algo más, conmovido por mis lecturas recientes, y casi como una cuestión de gusto, tiendo a pensar que la completitud no existe más que como una quimera y que aspirar a ella genera más impotencia que satisfacción. No necesariamente nos falta algo que buscamos en el otro. No necesariamente nos falta algo que buscamos. No necesariamente nos falta algo. No necesariamente. No.

Más que los que se sientan enfrentados y buscan y no se sacan los ojos de encima, me gustan aquellos que cuando van a comer afuera, por caso, se sientan uno al lado del otro, se toman la mano y miran hacia al frente mientras charlan (a ver quién me lo pelea!)

V.

Anónimo dijo...

Dos puntos de vista encontrados... "una aproximación ecléctica a las cosas nos acerca más a la comprensión de su esencia que una interpretación ortodoxa de las mismas".
Brillante capítulo. Lo que sale de los cerebros cuando se exprimen...

Qué lindas tus palabras Santiago,

Mejor no digo más nada porque hoy, con la tormenta que se avecina y la sensibilidad despellejada, se me viene el nubarrón.

La

Anónimo dijo...

despues de tan profundo comentario de La,cuesta escribir algo copado ,pero ,ahora , con esta tormenta que se viene y con los sentimientos a flor de piel por las cosas que pasan ,me limito a decir que sientiendome identificado con el texto empiezo a plantearme las cosas de manera mas inteligente y encontrando el balance entre los sentimientos y los pensamientos que me invaden . espero muy ansioso el siguiente capitulo ,asi como tambien espero ansioso el siguiente capitulo en mi historia real . . .



Joa.

Anónimo dijo...

Muchachos, larguen el tango! Quiero conocer a la mujer de gafas!!
Marcos

Cynthia dijo...

Damos lo que queremos dar, no lo que el otro pide. Recibimos lo que el otro nos quiera dar, no lo que nosotros queremos recibir.
ESO ES AMAR.

Cuando no se está conforme con esto, existe un desequilibrio INTERNO, y por tanto, se debe ajustar INTERNAMENTE.

No se nos puede exigir lo que el otro quiere, porque no lo deberíamos necesitar.

No necesitamos recibir lo que queremos, porque EL TODO VIVE EN NOSOTROS.

“No necesariamente nos falta algo que buscamos en el otro. No necesariamente nos falta algo que buscamos. No necesariamente nos falta algo. No necesariamente. No.”

ES TIEMPO DE DESPERTAR...

Anónimo dijo...

la incondicionalidad regala quietud y la quietud ya sabemos. la incondicionalidad, señores, hay que guardarla bien guardada y sacarla cada tanto y contarle que se equivoca pero nunca decirle al otro porque la incondicionalidad regala quietud y la quietud ya sabemos.
...la completitud te pasa o no te pasa. y dura un instante. no tiene nada que ver con estar buscando y haber encontrado ni con que algo falte. pasa, así, en un segundo donde no se piensa nada y se siente todo y te desborda y te deja, los ojos llenos de lágrimas tropezando por la calle.
ahora, esto se pone bueno. los ves sentados, uno al lado del otro. se toman la mano y piden papas fritas o unos nachos y no mucho más porque con una mano… pastas, puede ser, y parece que las tartas no se cortan con cuchillo así que ahí va otra. uno tiene que ser zurdo, si o si, o ambidiestro. después de varias salidas de papas y nachos a él se le antoja un sandwich de esos gigantes con todo todo adentro. entonces? le pide al chef que se lo corte en pedacitos… qué lindo! cómo se las arreglan. la otra mano no se suelta, por nada. y si en una de esas los dos quieren un sandwich lo toman uno con cada mano y mordisco va mordisco viene. se cuentan lo que ven, se muestran lo que ven. señalan con sus manos libres -eso sí, cuando comparten el sandwich gigante este punto es más complejo entonces usan las cabezas estirándolas como tortugas y nunca queda muy claro lo que se señala pero se entienden porque son tan lindos comiendo juntos de la mano que no importa mucho de lo que se habla o no o se mira. odian escucharme decir que la completitud dura un instante porque para ellos no hay más que completitud e incondicionalidad en el otro y así van por la calle, como si fueran uno. después les pasa que ya no sienten su propia mano y se preguntan si alguna vez tuvieron una o si siempre fue la del otro y es un quilombo, dame mi mano! pero eso no importa ahora.
porque ahora, esto se pone bueno. yo prefiero contarle al otro lo que no ve y dejar que mi imaginación reconstruya lo que él dice y comer con mis dos manos y nada de estar pidiéndole al chef que corte mi comida. mirar a los ojos o mirar cada tanto y acercar una mano que siempre es mía. quizás me cruce al otro lado y agarre un brazo el tiempo que se tarda en pedir la cuenta - para lo que sólo se necesita una mano, y su brazo. entonces salir a la calle y caminar uno al lado del otro como dos personas que eligen a cada rato y que con algo de suerte se desbordan un instante y siguen andando.
voilà. je dis ça, je dis rien. muchachos, larguen el tango!
pm

Anónimo dijo...

Se esta haciendo esperar lo que viene

yo apuesto todo a la mujer con gafas, dejenme respirar de Flor y Andres, que me dejan sin aire!

A

Anónimo dijo...

Wooow!!!
Que complica2...

CV

Publicar un comentario

Entradas populares