lunes, 22 de marzo de 2010

Capítulo VI: Te quiero más que a mi mismo

- ¿A qué viene lo que me estás diciendo?
- Por lo general, los hombres suelen desarrollar una conducta del tipo obsesiva. En cambio, las mujeres, del tipo histérica. Pero no siempre se da así, y en vos se observan algunas evidencias de una personalidad histérica.
- ¿Histérico yo?
- Sí Ale. Pero no en el sentido vulgar de la palabra.
- ¿Cómo es eso?
- No quiero aburrirte con algo muy teórico, pero el concepto de histeria apunta a aquel que se ubica en una posición de excepcionalidad para el otro y como tal, busca ser único y deseado. Para eso, el mecanismo que usa es el de crearle al otro una necesidad, señalando su falta, falta que, claro está, viene a cubrir el sujeto histérico. ¿Me explico?
- Dame un ejemplo.
- El típico ejemplo sería: ella reclama que él nunca le trae flores, él le lleva flores, ella se enoja porque le trajo flores sólo porque se las pidió, él deja de llevarle flores, y así continúa la rueda…

- Ahora, únicamente me estás describiendo. ¿Qué se supone que debo hacer con esa interpretación?
- Advertir tu necesidad de mostrarle la carencia al otro, agujerearlo si me permitís el término, para velar tu propia falta y ubicarte en el lugar de ser completo, ideal y necesario.
- ¿Y el obsesivo como sería?
- El obsesivo, a diferencia de la histérica, está allí atento y expectante, dispuesto a responder a la demanda del otro, a tapar todo aquello que tenga que ver con las "faltas", obtura y enaltece, no soporta los agujeros y por eso está ahí para obturarlo todo. Para el obsesivo el deseo se vuelve algo imposible y su amada, un ideal inalcanzable.
- Después de esto que me decís, yo me identifico claramente con el obsesivo. Entonces me pregunto, ¿Qué hay en mí que evidencia características histéricas? Si me tengo que jugar por algún rasgo, diría que mi omnipotencia.
- Puede ser que haya algo de ambos en vos. No sos un obsesivo o un histérico. Tenés algo de uno y de otro. Esto es común. Las neurosis se presentan mixtas en los casos no severos. Tu costado histérico que te señalé anteriormente, que vos lo llamás "omnipotencia", es tu necesidad de ubicar el rol de excepción para el otro, de sentirte "especial". Y cuando hablo de otro, no me refiero sólo a una mujer en el momento de la conquista. Esto es puede dar con tu familia, con tus amigos, con tus compañeros de trabajo… el deseo de ser "endiosado" por el otro.
- Entonces, si estoy entendiendo bien, esta posición de histeria constante puede de alguna manera, mantenerme siempre alejado de las personas.
- Ale, no sé si recordarás la frase: "siento que no encuentro a la mujer para mí... salgo un tiempo y me aburren, se ponen demandantes, les saco la ficha, me canso y me voy. Nadie está a la altura de lo que busco, las minas son predecibles y me canso enseguida, busco todo el tiempo, pero no encuentro a la mujer para mí, etcétera, etcétera"…
- No me cargues…
- Sabés que no lo hago. La clave del histérico es su deseo. ¿Viste que te dije que el obsesivo tiene un deseo imposible? En el histérico, el deseo es insatisfecho, nunca alcanza.
- Me acorralaste Sol... Es cierta mi insatisfacción, pero a la vez, también es evidente mi obsesión. Igual, creo que el error no está en mí, sino en el o los otros. Mi naturaleza es del tipo obsesiva. Yo creo deseos imposibles, y al conocer una mujer, siempre están en ese lugar ideal y preciado. Me acerco con mi mejor despliegue buscando acaparar su atención. A veces lo logro y otras veces no, lógicamente. Sin embargo, en los casos en que alcanzo a ser observado y aparece la posibilidad de una relación, son ellas las que pierden todas sus características iniciales. La realidad las vuelve posibles. Convertirme en un ser especial para ellas, es consecuencia, no causa. No es algo provocado por mí, ya que lejos estoy de crearles una necesidad. Esa necesidad está, indistintamente de mi existencia. O sea, hay una carencia que lamentablemente paso a ocupar. Al principio yo no era nadie interesante o necesario en sus vidas y de un momento al otro pareciera que sí lo soy. Eso, automáticamente, corta mi necesidad obsesiva y me aburre. Y estoy seguro que esto tiene que ver mucho más con el hecho de que la mayoría de las personas son carenciadas. Tener una familia que te haya querido por quien sos, que se hayan querido y respetado entre ellos, tener buenos amigos, que no te juzgan y te apoyan en todo, tener un trabajo que te desafía y estimula, vislumbrar un futuro en el que te encontrás sonriente, encontrar alguien que amás y que te ama, son todas cosas que, lamentablemente, le pasan a una minoría de personas.

- Puede ser…
- Entonces, soy histérico. Pero no naturalmente sino por supervivencia.
- Explicame.
- Claro, solamente me pongo en un rol de histérico, cuando observo que la persona que deseo, se vuelve inalcanzable. Es una forma de pedirle que me desee ella también a mí, porque si no viviría frustrado. ¡Ojo! Mi cuerpo muere por ella sin embargo mi mente me protege alejándome cuando no me siento querido, aunque no lo necesite para amarla. Es una cuestión netamente racional.
- …
- En cambio vos… vos sí sos histérica por naturaleza. Y tu razón no ha aprendido a ser un poco obsesiva. O sea, a desear vos también, en lugar de ser presa todo el tiempo de aquel que te desea.
- ¿Perdón?
- Es probable que no me lo aceptes, pero estoy seguro de que la mayoría de tus parejas fueron personas de las que nunca estuviste del todo segura de estar enamorada, y sin embargo, ellos te adoraban. Te han puesto siempre en ese pedestal. Te quieren incondicionalmente. Y vos no podés escapar de ese lugar. No sabés aplicar algo de cerebro para no sólo elegir a quien te elige posesivamente, sino también elegirlo por otros motivos. Para una histérica, la intensidad del sentimiento de su obsesionado es directamente proporcional a su debilidad. Pero me gustás ¡eh! Tenés algo que otras no.
- ¿Qué tengo?
- Todo lo que tenés de histérica, también lo tenés de justa. Lo bueno con vos es que no me vas a adorar incondicionalmente. Sólo lo vas a hacer mientras te de. Es tu exigencia por recibir y estar dispuesta a dejarme sino recibís, lo que me mantendría en el tiempo con vos. No te regalás. Simplemente, perderías interés. A su vez, mi leve histeria es la que te obligaría a vos, a salir de ese plano cómodo y empezar a enamorarte de verdad. Sería una hermosa relación 60-40.
- …
- De tu silencio, solo puedo decir: Ale 3 – Sol 2. Hasta la próxima.

domingo, 7 de marzo de 2010

Capítulo V: Mi primera sesión

- Ale, cortala con las interpretaciones. ¿Por qué no me contas cómo te sentiste esta semana?
- Ok. Me dejó una chica que me gustaba mucho.
- Ves, jamás imaginé que podía venir por ese lado. ¿Sabés por qué? Porque ni siquiera mencionaste que había alguien en tu vida. ¿No te parece un poco raro? ¿De qué te reís?
- Me causó gracia, puede ser.
- ¿Por qué te dejó?
- ¿Querés la versión con o sin subtítulo?

- Siempre tenés que estar presente en todo, hasta en aquellos contextos en los que capaz fuiste un mero observador. No digo que éste sea el caso, pero es un acto que nos acompaña en todas las sesiones.
- Sorry, te lo tenía que mencionar. Vamos con la versión sin subtítulo: está enamorada de otra persona.
- Demasiado concreto como para tener una segunda explicación. Ahora que recuerdo, hay algo que mencionaste en tu blog que me parece que atenta contra vos mismo. Lo escribiste en un ensayo que creo que se llama algo de El crepúsculo del sentido común. Ahí afirmás muy seguro que, cuando estamos condicionados por efectos emotivos muy intensos, tendemos a manipular las palabras que recibimos para que se ajusten a nuestro propio deseo.
- Jaque. A ver si puedo salvar al Rey…. Sentí dolor, todavía lo siento.
- Bien, es la primera vez que me hablás de una mujer, siempre estás protegiendo tu imagen “vacante”. ¿El hecho de que te animes ahora a hablarme de alguien es una forma de terminar de sacar tus ojos de mí para concentrarlos plenamente en vos?
- Supongo que tiene que ver con que siempre que una persona oculta sus relaciones o emociones está buscando guardar una carta para ser elegido. Es fácil hacerse admirar mientras se permanece inaccesible.
- ¿Y qué más?
- El hecho de que seas mujer, atractiva e interesante, le da -o le daba- vacaciones a mi tristeza. Disfrutar de un diálogo con una mujer que te gusta es un recreo a la frustración.
- Pero Ale, ¿para eso no es mejor ir a un bar?
- No, Sol. No me podés negar que mucha gente usa la terapia sólo para ser escuchado, para cubrir roles de amigos, padres o parejas que no tiene. Vienen sólo a sentirse comprendidos. Y no siempre porque sus relaciones sean malas, sino porque no dan la chance de mostrarse tal cual son, y prefieren un tercero, ajeno, para blanquear sus vidas.
- Pero ese no es tu caso, ¿no?
- No, pero yo tampoco vine a terapia a tratarme: vine a levantarte. Y sos vos la que despertó mi interés por ser analizado. Me cuesta resignarte como mina, pero me entusiasma tu manera de llevarme. ¿Qué debería hacer?
- Creo que eso ya lo decidiste hoy. ¿No te parece? Me cuesta creer que mantengas esta postura en el tiempo, pero me desafía como analista que no quieras perder tu rol de paciente conmigo.
- Qué disfrutes mi tristeza, entonces…
- ¿Disfrutar? ¿Qué puedo disfrutar yo con tu tristeza? No estoy aquí para gozar de lo que te suceda sino para ayudarte a transitar aquello que te cueste, que en este caso tiene que ver con cómo te relacionás con las mujeres, con que puedas manifestarte desde tu vulnerabilidad, desde tus flaquezas, desde tu deseo, Ale, mi función es dejarte fluir, hacer que te escuches. Así que, contame, ¿cuánto hace que estás así?
- Algunas semanas.
- ¿Y cuánto hace que la conocés o que empezó tu historia?
- A la semana de nuestra primera sesión, por diciembre.
- …
- Y el hecho de que apareciera alguien que llamara mi atención permitió que le sacara foco al enamoramiento frustrado que estaba a punto de generar con vos. Es verdad que tengo un patrón a engancharme con mujeres imposibles, pero esta fue y es posible. Me enamoré compartiendo, en lugar de imaginando compartir.
- ¿Qué pasó, entonces? ¿Por qué no funcionó?
- Voy a necesitar más tiempo, así que mejor te lo cuento en la próxima sesión.

Entradas populares