miércoles, 25 de febrero de 2009

XIII - Subject: El náufrago…

Para: solmartiniani@hotmail.com
De: marcosdi@gmail.com

Sol, me cuesta mucho encontrar las palabras justas que expresen lo que quiero decirte. Probablemente, ya estés en vuelo. Ya perdí la oportunidad de hablar con vos mirándote a los ojos. Te perdí. 

Sigo tratando de explicarme qué fue lo que te apartó tan rápido de mi vida y sigo sin entenderlo. Tus excusas sólo me confundieron más y, por eso, opté por dejar de escucharlas. Algo pasó, más allá de todo lo que hablamos. Y se ve que voy a tener que convivir con la duda.

Yo se, en mi corazón, que el viaje es una aventura del momento que no hubieras emprendido si estuvieras enamorada de mí. Nadie puede separarse a voluntad de la persona que ama. Nadie se hace semejante daño. 

Hubiera sido más fácil: “Marcos, me enamoré de otra persona”. Pero tu miedo no te permitiría nunca decir algo así. Lo se. Y es una pena porque esa honestidad hubiera sido la prueba de que algo me quisiste. Es justo elegir a alguien y dejar de hacerlo cuando el sentimiento se va. Pero vos no pudiste darle el cierre justo. Y por eso te escribo, porque no pude salir adelante. Hasta ahora. 

¿Por qué será que necesitamos siempre escucharlo de la boca del otro? Hay tantas señales dando vueltas... Pero bueno, nadie quiere morir en un naufragio. Y mientras haya salvavidas, no vamos a dejar de agarrarlos. 

Lo cierto es que nadie puede rescatar a nadie. Es uno que el que se rescata cuando está listo. Me costó, pero lo aprendí. Te voy a extrañar, pero necesito reconstruir mi corazón y volverlo a entregar, mejor. Me tengo que rescatar ya. Porque perdí mi apuesta por vos.  

Vos sos la mujer de mis sueños. Pero vos siempre estuviste contenida, siempre me diste a cuenta gotas. Nunca te abriste conmigo. Capaz, te di todo muy fácil. Pero sólo lo hice porque pensé que era la única forma de mostrarte que podías contar conmigo.  

Ojalá que, cuando me recuerdes, cuando revivas en tu cabeza momentos que viviste conmigo, puedas sonreír.

Buena suerte.

Marcos.

domingo, 22 de febrero de 2009

XII - Unexpected gift at an unexpected time

- ¡¡I’m back!!
- ¿Cómo te fue querido?
- Me destrozaron el corazón. 
- ¿En serio?
- Sí, terriblemente.
- Somos malas las mujeres, a veces. Igual, no te preocupes. Yo te voy a presentar a la menor cuando vuelvas. ¿Estás triste?
- ¡Arruinado! ¿Se me nota en la cara?
- Te veo un poco nervioso.
- Voy al baño a lavarme.

Pobre. Me da pena. Pero eso le pasa por conocer gente con eso de internet. Los chicos de hoy están totalmente locos.

- ¿Y Sol? Contáme todo. ¡YA!
- ¡Pará! No puedo. Quiero darle una sorpresa. Necesito preguntarle algo a la azafata.
- ¿Qué vas a hacer?
- Dejáme que lo arregle y te cuento.
- Pero… ¿Te gustó? Se besaron?
- No se. Te juro que no entiendo nada.
- Sol, me ponés nerviosa.
- Quiero que me salga bien lo que voy a hacer.
- ¿Me podés explicar?
- ¡¡¡AZAFATAAAAA!!!
- SSSHHH.
- ¡Sorry!
- ¿Qué haces?
- Ya vengo.
- ¡Voy con vos!

¿Me estaré equivocando? Por temerosos no supimos tomar las decisiones correctas y ahora todo puede terminar así. Cuando lleguemos a Madrid todo se acaba. Ella se queda en Europa y yo sigo viaje. No puedo ni siquiera disfrutar este momento. Vivirlo. Es sólo el vuelo y ya. No me da tiempo a nada. ¿Qué sentido tendría darnos unos besos o coger en el avión? No me quisiera separar, pero es lo que va a pasar.

- Señor, ¿le queda mucho? Hace rato que estoy esperando para entrar al baño.
- Ya salgo.

Lo voy a hablar con ella. Pero seguro que está más confundida que yo. No va a tener ninguna idea sobre qué hacer. Es muy miedosa con estas cosas. Acaba de terminar una relación larga. Imposible. Y las opciones no son buenas. Ninguno de los dos vamos a querer renunciar a nuestros sueños de viaje. Postergar todo lo que nos propusimos hacer para seguir a ninguna parte, improvisadamente, a un desconocido. Antes de pedirle algo, debería tener en claro que quiero hacer yo y qué estoy dispuesto a sacrificar.

- Ya está. Disculpá la tardanza. Me colgué mirándome al espejo.
- Suele pasar.

- Necesito pedirte un favor muy muy importante.
- No me diga que otra cosa con este chico que está sentado allá al fondo…
- Siiii!! Please, necesito que me ayudes.
- A ver, dígame, pero no le prometo nada.
- Te cuento: yo estaba en pareja viviendo una vida en la que lo que no me salía mal me salía peor. Quemada por conflictos familiares y bastante perdida. Hace unos cuatro meses, ese chico sentado al fondo del avión, se metió en mi vida de una forma muy particular. Compartimos muchos diálogos sin conocernos, todo por la compu. Me sedujo de la forma más creativa, sutil y paciente que te puedas imaginar. Me dio espacio para que yo, super temerosa en cuestiones afectivas, me vaya abriendo y sintiéndome cómoda con su compañía. Pero más importante, me motivó, me pegó un sopapo tan fuerte que me cambió de carril. Hizo lo que nadie hacía en mi vida. En lugar de quebrar mis locuras, mis ganas de buscar algo nuevo, me empujó, me aceptó, me escuchó. Me hizo creer que no estaba loca por buscar lo que estoy buscando.

- Pero no entiendo. ¿Por qué no están los dos sentados juntos?
- Porque nunca nos vimos hasta reciéeeeeen.
- ¿Qué?
- Escuchame, necesito que me digas si existe una posibilidad de que los dos podamos cenar en Primera Clase o en Business lo más privadamente posible. No me importa el tema de la comida y los lujos, sólo quiero que podamos estar él y yo lo más tranquilo posible. Se que están por servir la cena. Sería perfecto. 
- Me compromete. Tendría que preguntarle al Comandante. 
- Por favor, si querés voy y le cuento la historia. Tiene que entenderme. ¿Hay lugar arriba?
- Sí, hay lugar. Déjeme ver qué puedo hacer. 

miércoles, 18 de febrero de 2009

XI - De mí para vos

¿Alguna vez habré estado abrazada, así, a un hombre? Me siento tan… No sé ni lo que pienso. ¡Y es un extraño! Esto es una locura.

- Cris, me siento rara.
- Yo también, Sol.

No me sueltes. No se si te abrazo por todo lo que me ayudaste en este tiempo, por la energía que me diste, por pelear por mí, soportando mi locura, combatiendo mis desganos. No se si te abrazo porque representás el cambio que buscaba para mi vida o, simplemente, porque me hacés sentir bien. Como sea, no me sueltes. Yo no quiero soltarte. Tengo miedo que todo se trate de un sueño y que se desvanezca si te suelto.

- Cris, no me dejes sola. Decime algo.
- Te juro que no encuentro las palabras. Sólo se que es realmente como quería que fuera. Si ahora me callo es porque te hablé tanto, te dije las cosas de mil maneras distintas. Y todo se resume en ESTO.

TE AMO, Sol. Pero no puedo decírtelo todavía. No es real aún. Me estoy dejando llevar. Y no quiero asustarte. Pero no hay otras palabras que puedan describirlo. ¿Por qué habrá que pensar tanto? Lo que daría por poder decírtelo, así, sin pensar. ¿Cómo lo resistirías? No se. Te veo temerosa. Siempre lo fuiste. Parece que todo lo que se te acerca mucho, lo que puede llegar a conmoverte, te obliga a poner distancia. Tengo miedo, yo también. De hacer las cosas mal. Pero no voy a dejar de ser yo. 

- Quiero regalarte algo yo ahora. Desde que todo esto empezó nunca dejaste de buscar formas de sorprenderme y de hacerme sentir especial. Y lo hiciste. Por eso estoy acá, también. Andá a sentarte. Yo voy a volver a mi asiento y, en un rato, nos volvemos a encontrar.
- Pero… 

- No preguntes. Hacé como hice yo, que muchas veces te seguí, sin más. ¡No te gusta perder el control, eh!
- Dale, no te rías de mí. Como hago para separarme de vos ahora que ya no te imagino, después de este abrazo, de estas miradas, de la sensación inexplicable que estoy experimentando.
- Te prometo que esta vez vale la pena. Aparte, quiero darte algo que quede en tu memoria para siempre. Algo que recordar.
- Me da nervios esto, Sol. Me despido…
- …Pero solo por un ratito.
- Aguardo, entonces.
- Cris… ¡Pará!
- ¿Qué?
- Te quiero.

lunes, 16 de febrero de 2009

X - ... now I can see

- ¿Sol Martiniani?
- Sí.
- Un pasajero me pidió que le entregara esta nota.
- Gracias.

Este pibe está loco. Está jugando conmigo, y esto del suspenso ya no lo aguanto. Me pone nerviosa. Yo no voy a ningún lado.

- Mirá, lee esto. Me agarraron muchos nervios. ¿A qué altura estamos?
- Nueve mil quinientos metros. Sol andá ahora, ¡dale, que no aguantamos más!
- Sí. No lo tengo que pensar más. ¡Voy!
- ¡Y no vuelvas!

Este avión es larguísimo. ¿Se me notará el miedo? No lo veo. Si está escondido riéndose de mí, lo mato. Cincuenta y uno, cincuenta y dos, cincuenta y tres. Se termina. ¿Y esta señora por qué me mira? ¡Ahí está! Si es ese, ¡no me gusta! ¡Fue! ¿Se está riendo, encima? Si se hace el superado, sigo de largo.  

Ahí viene. Se adelantó. Es hermosa. Está seria. Se muere de vergüenza. El momento de la verdad.

- ¿Sol?
- ¿Si?
- ¿Te conozco?
- Me parece que no. ¿A qué Sol buscás?, porque yo no te ubico.
- Te cuento algo, entonces. Y capaz me ayudás a encontrarla.
- A ver…

- Resulta que hace unos tres meses, casi de casualidad, me crucé con una mujer muy bonita en un estacionamiento. Le robé la identidad. Durante todo este tiempo la busqué. Verla aquel día fue como un flechazo. Traté de averiguar todo de ella. Y cuando lo hice, procuré encontrar el mejor momento para conocerla. Comprendí que tenía una sola oportunidad y no quise desperdiciarla apareciendo en el momento equivocado. Hace poco me enteré que decidió hacer un viaje, sola, y pensé que era el momento de entrar en escena. 
- ¿Me seguís?
- Te sigo.
- Cuando alguien emprende un viaje como el que ella está por hacer, cambia todo, absolutamente. La cabeza se desconecta y es como que todo se suelta, se afloja. Lo que parecía importante ya no lo es tanto, las prioridades se reorganizan. Las nuevas motivaciones junto con una ansiedad que oprime el pecho crecen a medida que la fecha de partir se acerca. Y yo, en medio de todo esto que ella atraviesa, averigüé su destino, día y horario de su partida y, en un acto de necesaria locura, saqué otro pasaje.
- Muy arriesgado lo tuyo…
- Hay que jugarse por lo que sentimientos ¿no? Y yo estoy totalmente convencido de lo que siento por ella. Pero tuve que pensar algo más, porque el plan es de ella y yo no la voy a andar persiguiendo por Europa. Entonces, se me ocurrió que el mejor lugar para conocerla es en este avión, en el que ella debe estar, por algún lado, medio escondida, capaz con miedo. Pero acá estoy yo, jugándome todo para conquistarla. 

- Claro, entiendo. Y te confundiste y pensaste que era yo… porque nos llamamos igual. Mirá lo que son las casualidades.
- Sí. Al principio creí que eras vos. Me dejé llevar por los nervios, creo. Pero no. Definitivamente no sos ella. Nada que ver con vos, ella. Vos sos seria y distante.
- ¿Y ella?
- Ella es el amor de mi vida.
-  …
- Te quedaste callada ¿Te pasa algo?
- No, todo bien. ¿Y cómo te ayudo a encontrarla?
- Hace un rato le hice llegar a un regalo muy especial para mí a través de una azafata. Escribí algo en él. Este regalo fue lo que le dio origen a todo. Debería tenerlo en la mano y estar caminando hacia acá.
- ¿Y no apareció nadie?
- Apareciste vos.
- Sí, pero yo no traigo nada más que este papel.
- Si vos tenés lo que yo le quise dar a mi Sol, no es sólo un papel. Mirá, fijate.
- Es un ticket…
- … de un estacionamiento, sí.
- No puedo más... ¿¡Me podes abrazar tarado!?

miércoles, 11 de febrero de 2009

IX - Once I was blind, ...

Odio volar. No me puedo empastillar. Voy a estar hecho un tarado con Sol, si lo hago. Voy a babear. Y estos fucking ruidos que no paran. Tengo que hacer algún curso de esta cosa y sacarme este miedo. No puedo viajar así. El aire no es mi hábitat. Los pies en la tierra quiero yo. Siempre. Al menos uno. Y esta señora, lee como si nada pasara. Yo araño el apoyabrazos y la vieja nada. Música necesito. 

Nãaaaao...
Me indignei quando te acendi, você se apagou para mim
Fiquei de cara, quase morri, só deus sabe o que eu senti
Por que você não quer incendiar
O meu charuto apagado taca logo fogo e bota pra rolar

Un buen charuto necesito. Sí, definitivamente. Y a volar sin peligro. 

Sai do ilêro pra fumar na praça
Charuto de rasta não faz fumaça

- Disculpe señor, no puede prender dispositivos electrónicos hasta que el avión haya terminado su ascenso.

¡Puta madre! Ahora sí, se va al carajo este avión. Ella debe estar toda excitada mirando por la ventana.

- ¿No te gusta volar?
- ¿Se nota?
- Igual que mi marido, se ponía tan nervioso…
- ¿A quién le puede gustar levantarse del piso en esta heladera con alas? Hay que estar loco.
- ¿Vas a Madrid?
- No, voy para Asia. Pero no había vuelo directo así que combiné por Europa. Me espera un largo viaje. ¿Usted?
- Voy a visitar a mi hija que vive en España hace varios años y acaba de tener una nena.
- ¡La felicito!
- Gracias querido. 
- ¿Una sola hija?
- No, tengo tres más en Buenos Aires. Están planeando unirse la semana que viene.
- ¿Alguna soltera?
- No. La más chica está noviando con un hombre que no me gusta mucho así que podemos armar alguna presentación casual.
- ¿Es bonita? ¿Qué edad tiene?
- Muy linda y tiene 30 años. ¿Vos estás soltero?
- Así es.
- ¿Cómo alguien tan buen mozo como vos está soltero?
- Estuve yendo y viniendo en algunas historias. Pero no estuve nunca plenamente enamorado. 
- ¿Por cuánto tiempo te vas?
- Inicialmente, seis meses. Pero nunca se sabe.
- Mucho tiempo, para estar solo.
- No encontré a nadie que quisiera o pudiera hacer este viaje conmigo. Y no quería postergarlo más. 
- Me parece bien. Las cosas hay que hacerlas en el momento correcto, si no después llegás a mi edad y las limitaciones crecen. La vida pasa muy rápido.
- Y Joe Black puede venir a buscarte.
- ¿Quién?
- Deje. No tiene importancia. ¿Tiene una birome?
- Sí, te doy.  

Cuando la pantalla que tenés delante indique que llegamos a los diez mil metros, será nuestra señal. Señal de que todo está por terminar. O por empezar. Te voy a estar esperando en la cola del avión. Va a ser una caminata larga, pero ahí voy a estar.

- ¿Qué escribís querido?
- Ahora va a ver… ¡Disculpame!
- Sí ¿En qué puedo ayudarlo?
- Esto puede resultarte inusual, pero hay una chica sentada en la primera sección del avión, en la clase económica, que se llama Sol Martiniani. ¿Le podrías hacer llegar esta nota?
- ¿No prefiere alcanzársela usted? Ya pueden levantarse de sus asientos.
- Es que no la conozco todavía.
- ¿Perdón?
- Es una historia larga. Pero una historia de amor. Y, ahora, necesito tu ayuda.
- Ok. Voy a ver qué puedo hacer. Pero me debe la explicación. 
- Gracias por la birome.
- ¿Qué estás por hacer nene?
- En 15 o 20 minutos me voy a encontrar con Sol.
- ¿Quién es Sol?
- Va a sonarle raro, pero conocí a una mujer, hace tres meses, por Internet. Nos enganchamos mucho. Y decidimos concretar nuestro encuentro en este avión. 
- ¿Qué? ¿Cómo?
- ¿Y sabe que es lo peor? Creo que estoy enamorado.
- Querido, ¿te sentís bien?
- Dentro de unos minutos va a ver pasar a una chica caminando hacia la cola del avión, algo desorientada y mirando para todos lados. Me va a estar buscando a mí. Si llega a pasar de su lado, dígale que no le conviene seguir, que soy un psicópata peligroso ¡Asústela!
- ¿Cómo le voy a decir una cosa así?
- Si vuelvo rápido, es porque todo salió mal. Ahora, si me demoro un poco, capaz le pido que cambie el asiento con ella por un rato.

domingo, 8 de febrero de 2009

VIII - Internship

¿Dónde está mi asiento? ¡Ufa! ¡Lo extraño!

- Permiso.
- Si pasá.
- ¿Viajás sola?
- Sí. ¿Vos?
- También. En realidad no, pero es medio largo de explicar. ¿De dónde sos?
- Australia.
- Pero hablás re bien español.
- Si, estuve viviendo en Barcelona.
- ¿Y cómo terminaste en Argentina?
- Simplemente quería conocer América Latina. Era un viaje que tenía pendiente, así que renuncié a mi trabajo y me vine.
- ¿Cuánto tiempo? 
- 5 meses. Recorrí Argentina, Chile, Brasil, y Perú.
- ¿Sola?
- Sí.
- ¡Wow!
- Pero nunca estás complemente sola, en los hostels siempre hay gente con quien uno comparte distintas instancias del viaje.
- ¿Qué hacías en Australia?
- Trabajaba como Gerenta de Medios en una empresa de telecomunicaciones. 
- ¿Vas a volver a buscar trabajo en lo mismo?
- No, ya trabajé mucho tiempo en esto y me aburrió un poco. Me gustaría trabajar en Advertising.
- Acá en Argentina los cambios son mucho más difíciles de encarar me parece. Me hicieron creer. Yo vengo pensando en este viaje hace años y recién ahora me animo. Y no sabés lo difícil que fue tomar la decisión.



- No te entiendo.
- Dejar una profesión, detener todo e improvisar a nuestra edad, te puede costar mucho. Uno siempre siente que tiene algo que perder, o por lo menos así te lo hacen ver.
- Pero siempre podés volver y continuar con lo que estabas haciendo…
- En realidad no es tan así. Irse de viaje por un tiempo, buscar otras alternativas de vida, son vistas como chatas o poco ambiciosas. Irse seis meses a recorrer Europa, por ejemplo, y después volver, no es tomado en el mercado laboral como una gran experiencia, sino todo lo contrario: te fuiste a boludear.
- ¡Horrible! En Australia todo lo contrario, una persona que ha recorrido, que aporta diversas experiencias, tiene un alto potencial. Es considerado como un valor agregado. 
- ¡Qué envidia! En nuestro país tenés que “estar”. Si te vas por un tiempo después es difícil reinsertarte. Y eso que yo trabajo en la empresa de mi padre, pero por ahora, y mientras él esté a cargo, no dejo de ser una empleada más, con algún que otro privilegio.
- ¿Pero te gusta lo que haces?
- En su momento me gustaba, pero el hecho de trabajar con mi familia le saca un poco de sabor.
- ¿Y por qué no empezás otra cosa? Yo ahora cuando vuelvo arranco de cero.
- Porque ya me siento algo grande para eso. Como que tengo mi vida formada y no me veo haciendo otra cosa. Además sentís un poco la presión de la edad. De acuerdo a la edad que uno tiene, hay ciertas cosas que deberías tener o haber alcanzado. Por ejemplo: ser madre, formar una familia. Igualmente estoy tratando de romper con eso y, por eso, emprendo este viaje.
- ¿Cuál es el plan?
- ¡Que no hay plan! 
- Excelent!
- ¿Cómo te llamas?
- Eliyah, y ¿vos?
- Sol. 
- So… Where are you going?
-Me estoy yendo a recorrer Europa. Empiezo por una ciudad de la que estoy enamorada desde chica. Y me estoy por encontrar con el hombre de cual creo estar enamorada, a quien no conozco personalmente.
- What?
- Nos conocimos por Internet hace tres meses, y hoy es el día de nuestro primer encuentro. Una locura, ¡ni me lo digas!
- ¿Hoy? ¿Dónde?
- En este avión, cuando lleguemos a los 10.000 metros de altura nos vamos a reunir en un punto específico. O sea, en unos cuarenta minutos más o menos.
- ¿El está en el avión ahora?
- ¡Espero que siiii!
- ¡Wow!
- Si ya se, es una locura. Lo peor es que aún no sé en qué lugar del avión nos vamos a encontrar. ‘Te lo voy a decir oportunamente’, me dijo. 
- ¡Capaz ya se vieron pero aún no lo saben!
- Probablemente. Decí que es un avión grande y hay mucha gente. Igual no doy más de los nervios. 

… En caso de despresurización de la cabina, se abrirá automáticamente un compartimento situado encima de sus asientos que contienen las mascaras de oxigeno. Si esto ocurriera, tirar fuertemente de la máscara, colóquenla sobre la nariz y la boca, y respiren normalmente…

- Estamos por despegar… Ahora te sigo contando porque esta parte ¡me encanta!
- Dale, ya me pusiste nerviosa a mi también.

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