domingo, 27 de septiembre de 2009

Adictas a la espontaneidad

He perdido la cuenta de cuantas veces una mujer destaca la espontaneidad, como uno de los atributos más deseados en los orígenes de una relación. Todas quieren que su primera interacción con el hombre de sus sueños surja espontáneamente. ¿Por qué será, no…?

A pesar de ser testigo de este testimonio que se repite una y otra vez, aún sigo bastante ciego en evidenciar el motivo. Igualmente, y para no perder la costumbre, trataré de teorizarlo.

Algo que me viene ayudando mucho a la hora de interpretar las relaciones hombre – mujer es buscar definiciones. Todos los días utilizamos distintas palabras para definir muchísimas cosas, sin embargo, creo que no siempre entendemos lo que realmente quieren decir. Es más, en general, solo lo intuimos.

Define: Espontaneidad

“Actuar con espontaneidad es hacerlo naturalmente, sin reflexionar sobre lo que hacemos, dejándonos llevar por lo que sentimos en el momento”.

“Se define como el conjunto de acciones irrazonadas presente en el comportamiento humano. Así, ésta resulta de la manifestación de los instintos como opuesta a la razón y por lo tanto es un concepto aplicable únicamente a los humanos, puesto que en comportamientos no humanos no existe el antagonismo entre razón y pasión. En una definición más excluyente, la espontaneidad es una característica de acciones que no requieren de motivos razonables, tales como las emociones, y entre estas, las emociones agradables, y sólo por esta connotación meliorativa se diferencia la espontaneidad de la pasión.”

La mayoría de las mujeres se quejan que los hombres ideamos estrategias para conquistarlas. Se suelen disgustar criticando la falta de espontaneidad. Esto es parcialmente incorrecto.

El hombre no se acerca a una mujer porque razona sus motivos, porque analizó que era lo mejor para él, se acerca porque está atraído. La atracción no se razona, se siente.

Para lo que si utiliza la razón es para idear un método de acercamiento. Y esto ocurre simplemente porque, una vez más, hay diferencias entre los géneros. En la mayoría de los casos, el hombre suele desarrollar la atracción por una mujer con solo mirarla. Atracción suficiente como para acercarse a conocerla.

La mujer, en cambio, experimenta un período más extenso para gestar una atracción por alguien. Puede que alguno le guste, pero eso no implicará que se mueva instantáneamente.

Esta diferencia genera conflicto. Conflicto que suele mal interpretarse. Mientras una mujer está en pleno descubrimiento de las sensaciones que le produce un hombre, aquel está simplemente esperando. Y, como en toda espera, uno vive muchas sensaciones como ansiedad, temor, aburrimiento, etc. Es por eso, que para no quedarse inactivo, busca acelerar el proceso de “conocimiento”.

Si lo pensamos mejor, nos daremos cuenta que en cuestiones que involucra la acción de sentir, el hombre es radicalmente menos pensante que la mujer. Este simplemente se acercará a lo que más lo conmueva lo más rápido que su coraje le permita. Ella en cambio, probablemente no solo juzgará cuanto lo atrae, sino que lo cruzará RACIONALMENTE, conjuntamente con otras variables como la seguridad que ofrece, la capacidad de proyección, etc.

Lamentablemente, los hombres somos pero no podemos ser espontáneos. Las mujeres no entienden como nos puede gustar alguien tan rápido. ¿Qué más quisiéramos que decirle a las mujeres lo mucho que nos sentimos atraídos por ellas en el momento que ocurre? Seguramente, hace muchísimos años, alguno lo habrá intentado con pésimas consecuencias. Por eso hoy, cuando nuestro sexo opuesto comienza a cautivarnos, en lugar de actuar, empezamos a pensar.

Dejemos de exigir que las cosas sean de una determinada manera ya que nos prestamos al engaño. Lo mejor que podemos hacer, es aceptar las cosas tal cual son.

Que lo disfruten...


viernes, 25 de septiembre de 2009

A menos que creas en ti mismo...

Feliz Primavera!

Empezó la primavera, genial. Que cambió? Probablemente muchos hayamos ido a alguna fiesta, empieza el calorcíto (de hecho ahora mismo mientras tipeo estoy planeando cenar en el patio), seguramente no faltan las que han empezado la dieta para llegar a punto al veraníto, etc. Normalmente no significa mucho mas que ésto la llegada de la primavera. La idea es entonces, en unos pocos renglones y sin pretensiones de historiador, hacer un repaso no taxativo del significado que el comienzo de ésta linda estación tuvo y tiene para algunas culturas.

Antes que nada, el comienzo de la primavera es un fenómeno astronómico: el equinoccio vernal, o de primavera. Ustedes saben que en 1 año hay dos equinoccios y dos solsticios. Los equinoccios de primavera y otoño, y los solticios de verano e invierno. Los solsticios son los extremos, en el de verano tenemos el día mas largo del año y en el de invierno la noche mas larga; y justo en medio estan los dos equinoccios.

El 21 de Junio (solsticio de invierno) es entonces la noche mas larga del año y a partir de allí los días empiezan a alargarse hasta llegar al equinoccio de primavera (21 de Septiembre), que es el punto en que la noche y el día duran exactamente los mismo, de allí en mas los días empiezan a ser mas largos que las noches hasta llegar al 21 de Diciembre (solsticio de verano), el día mas largo. A partir de ahí empieza el proceso a la inversa, los día se acortan hasta llegar al 21 Marzo, equinoccio de Otoño, donde la noche y el día duran otra vez lo mismo y de ahí en mas las tinieblas prevalecerán sobre la luz hasta llegar al día mas oscuro del año, el 21 de Junio.

Los equinoccios entonces son los días en que la luz y la penumbra se alternan con exacto equilibrio, de ahí su nombre. "Equi" viene de æquilibrium y "noccio" de nox (noche), literalmente: noche igual, o sea, noche igual al día.

El equinoccio de primavera o Vernal (de verno = germinar, florecer. Por eso la época en que nada florece se llama invierno) era especialmente importante en la antigüedad. Entre los muchos mitos e historias que circulaban uno de los mas importantes era el de Deméter y Perséfone. Está última era raptada por Hades al inframundo, luego de ciertos inconvenientes era devuelta a su madre Deméter pero, engaño mediante, Hades logró que Perséfone tenga que volver al inframundo una vez por año. La época del año que Perséfone estaba en el inframundo, por la tristeza de Deméter su madre, que era una diosa de la naturaleza; nada florecía y, cuando le era devuelta su hija, en el equinoccio de primavera, todo revivía. Este drama era muy importante para los griegos y era anualmente representado en los profundísimos misterios de Eleusis, o misterios Eleusinos.

Otro ejemplo es el famoso y omnipresente culto al Sol Invictus. El Sol, representante de Dios, moría en el solsticio de invierno (la noche mas larga), permanecía muerto durante los tres meses del invierno y luego resucitaba en el equinoccio de primavera. Claramente esto es un reflejo de lo que en el cristianismo se conoce como la muerte y resurrección de Cristo: el Dios es asesinado, y durante tres días -análogos a los tres meses de invierno- permanece muerto, para luego resucitar. De hecho, y como prueba de la herencia pagana en nuestra cultura, la fecha de la resurrección de Cristo es calculada en base al equinoccio de primavera del hemisferio norte (21 de Marzo) ya todo esto viene de Medio Oriente. El domingo que sigue a la primera luna llena posterior al equinoccio vernal es el domingo de resurrección, por eso semana santa casi siempre cae en Abril (puede caer entre el 22 de Marzo al 25 de Abril).

Son solo dos ejemplos, pero hay muchísimos. El punto es que para el hombre antiguo el comienzo de la primavera era algo largamente esperado y profundamente celebrado. Hoy día, cuando miramos al cielo solo para ver si "esta lindo el día", cuando no reconocemos en la noche mas que la cruz del sur, ni planeamos nuestro trabajo en base a las estaciones, sería bueno parar un poco y tratar, aunque sea vagamente, de vivir este fenómeno astronómico como lo hicieron nuestros ancestros. Seguramente nos dejará algo y los entenderemos un poco mas.

domingo, 20 de septiembre de 2009

La mujer sin edad

Hay un grupo de mujeres a las que yo suelo denominar “Mujeres sin edad”. Este concepto nació para definir a aquellas mujeres en las que la edad pierde total relevancia. Es más, en muchos casos, resulta muy difícil descubrir qué edad tienen.

Para mí, la mujer sin edad es la más atractiva de todas. ¿Pero qué es una mujer sin edad? Para entender esto debo ir un poco más atrás en las definiciones.

En las atracción heterosexual, la primer característica que filtra a los seres que nos pueden atraer de los que no, es el género. Al hombre le gusta una mujer y a la mujer un hombre. Después, lógicamente, dada la cantidad de personas que existen, aparecen los filtros más “personales”.

Ser hombre o ser mujer es mucho más que una serie de diferencias fisiológicas. Al contrario, es un concepto que abarca varias cuestiones:

Género Humano: Desde hace algunos años, algunos denominan género a lo que parece diferenciar la identidad femenino de masculino; así como las múltiples características que conllevan: comportamiento, actitud, consideración social, carácter físico etc. En las ciencias políticas y sociales, hay autores que ya en el siglo XX diferencian entre sexo y género; asignando lo primero a una realidad biológica y lo segundo a una creación social.

Entonces si el hecho de ser mujer u hombre es una forma de vivir la vida, aquellas personas que pierdan esta diferenciación, probablemente estén perdiendo su género también.

Mirémoslo de otra forma. En la niñez, más allá que encontramos tanto chicos y chicas, lo que los define principalmente es que son niños. No hay casi diferencias entre sus conductas y hábitos. Algo similar ocurre con las personas de la tercera edad. Sin tratar de ser brusco, son simplemente viejos. Hacen todos prácticamente lo mismo y físicamente se suelen parecen mucho.

Igualmente, a lo largo de la vida, todos tenemos un período de grandes diferencias entre el ser hombre y el ser mujer. Este período comienza con la adolescencia. Los cambios físicos resultan considerablemente distintivos para ambos géneros. Sin embargo, esto puede durar muchos años como puede durar muy poco.

Dicen que la mujer envejece antes que el hombre. Pero por otro lado, tiene una expectativa de vida mucho más favorable. Entonces, ¿a qué hace referencia aquella descripción? Probablemente a que la mujer “deja” de ser mujer antes que el hombre.

Los atributos vinculados a la masculinidad (en la vida de hoy) no solo perduran más, sino que además se fortalecen con la edad (confianza en sí mismo, poder, capacidad de protección, maduración, capacidad para desenvolverse, etc.). En cambio los femeninos son inversamente proporcionales. No es casual que veamos muchos hombres grandes con mujeres muy jóvenes y escasos ejemplos al revés.

Indistintamente que este efecto se debe principalmente a que en la mujer se premian mucho más los atributos físicos, el ser mujer abarca otras cuestiones que muchas mujeres olvidan, o simplemente, les dejan de interesar.

No tengo dudas, que cualquier mujer que preserve sus ganas de seguir siendo mujer, continuará perteneciendo a este concepto, conservará su atractivo para con el sexo opuesto, minimizando la relevancia de su edad biológica.

No teman al paso del tiempo, simplemente recuerden que lo que más atrae a un hombre de una mujer es la femineidad. La femineidad va más allá de lo estético, por eso una mujer que no tiene edad, es una mujer que refleja el modelo de lo que significa SER MUJER en cualquier momento de su vida.

viernes, 18 de septiembre de 2009

El tesoro de los antiguos

Lucilio: "¿Por qué suceden muchas cosas adversas a los hombres buenos?

Séneca: "Ningún mal puede acaecer al hombre bueno..."

Uno se pregunta como habrá hecho Séneca para defender semejante respuesta. En su ensayo "Sobre la providencia" nos da un detallado análisis de uno de los conceptos mas importantes de la sabiduría de los Estoicos: Nada malo le pasa al hombre bueno, los hombres buenos son siempre felices.

La idea era mas o menos ésta: el hombre bueno, o el sabio, era aquella persona que se había elevado por encima de los vaivenes del destino. Consideraban que era una torpeza tener por bienes aquellas cosas que la fortuna podía quitarles, es decir, aquellas cosas que no dependían 100% de sí mismos. Podemos poner nuestra confianza en el dinero, pero así como hoy lo tenemos mañana puede desaparecer, pregúntenle a los accionistas de Lehman Brothers si no me creen. Si el dinero nos es seguro para poner nuestra felicidad en él podemos probar con el reconocimiento de la gente. Si somos reconocidos por algo, sabemos que podemos pasar al olvido de un día para el otro, además ¿a quien le interesaría tanto el reconocimiento de la gente si, después de todo, el pueblo es el peor de los jueces como dice el dicho? Probemos con otra cosa, los placeres físicos... tampoco, ¿quien pude asegurar que seguirá teniendo buena salud mañana?

"¡¿Quién confía en la firmeza y estabilidad de lo que por sí es frágil y caduco?!" se preguntó Cicerón. Tenemos que buscar algo que no esté en ninguna medida sujeto al azar, algo que dependa 100% de nosotros, algo que sin importar lo extremo de las circunstancias no nos pueda ser quitado, algo imperecedero. Salta a la vista que ninguna cosa material puede cumplir estos requisitos, debemos, entonces, buscar en otro lado.

La clave de todo el asunto tal vez esté en estas palabras de Platón: "Sólo aquél varón que encuentre en sí mismo todos los elementos necesarios para la felicidad, y que no esté pendiente de la dicha, ni de la desventura, ni ande errante ni a merced de otro, podrá llamarse perfectamente dichoso. Éste será el varón moderado y fuerte y sabio, y hasta cuando mueran todas las grandezas del mundo, se mantendrá obediente a aquellos preceptos íntegros, y no se alegrará ni entristecerá nunca demasiado, porque siempre tendrá en sí mismo la esperanza de reparar su fortuna". Ésta es la llave, encontrar dentro nuestro ese tesoro que está por siempre seguro y firme. Pero ¿cual es ese tesoro?

Cuando Demetrio tomó Megára, en el 307 a.c., se ensañó particularmente con Estibón, uno de los siete sabios de Grecia. Saqueó su patrimonio y raptó a sus hijas. Habiendo hecho esto, se acercó al filosofo y, desde lo alto de su carro y rodeado de su ejercito, le preguntó burlonamete si no había perdido algo: "Nada -respondió- todos mis bienes tengo conmigo" (Omnia mea mecum porto).

Séneca comentando este suceso dice: "Pero él -Estibón- le quitó la victoria y en una ciudad conquistada se mostró no sólo invicto sino indemne. Porque tenía consigo los bienes verdaderos, a los que nadie puede echar mano, y los que se llevaban disipados y robados, no los juzgaba suyos, si no adventicios y sujetos al capricho de la fortuna. Por eso no los amaba como propios; porque la posesión de los bienes que afluyen de afuera es siempre frágil e incierta".

Esos bienes verdaderos de los que habla Séneca, ese tesoro inviolable e inagotable, no es otra cosa que la Virtud. Los sabios que fueron dignos de semejante titulo le han dado este nombre en todas las épocas. La virtud no nos puede ser quitada, solo nosotros podemos dejarla ir, nadie nos puede regalar la virtud ni la podemos heredar, nosotros individualmente tenemos que alcanzarla y nadie nos puede ayudar en esta tarea. La virtud está al alcance de ricos y pobres y nadie que realmente la busque puede ser privado de ella. La virtud, que no es solo acciones e intensiones, sino también conocimiento: la razón pura como dice Aristóteles; nos librará de toda angustia, nos mantendrá invictos como Estibón ante las catástrofes; la virtud, que también es la verdad, nos hará libres.

Todo esto arroja un poco de luz sobre la aparente ingenua respuesta de Séneca. Nada malo le puede pasar al hombre bueno, porque éste, a lo que comúnmente se concidera un mal, lo juzga como un simple capricho del destino. Y así como no valora ningún bien que no nazca de él mismo, tampoco se deja abatir por un mal del cual no sea causante.

Al repasar estos conceptos suenan, como mínimo, anacrónicos. Parece ingenuo e idealista para los tiempos que corren aquel que en todas las cosas busca lo honesto y rechaza, hasta en lo mas insignificante, lo injusto. Aquel que no se aparta de la rectitud ni en su intimidad donde nadie lo ve, quien no saca ventaja injusta donde pudiera hacerlo sin perjudicar a otro, aquel que no solo aparenta si no que es verdaderamente justo.

Por mas que nos parezca ridículo, no podemos ignorar el hecho que todos aquellos grandes hombres que dedicaron su vida al estudio de la sabiduría concluyeron que estos principios mencionados son los que al hombre le conviene seguir. ¿Es posible que se hayan equivocado todos, y que nosotros, simples aficionados, hayamos encontrado la verdad que ellos tanto buscaron? No podemos, al menos si queremos ser serios, esquivar esta pregunta.

Estas personas, al igual que muchos en la actualidad, se elevaron por encima de las cosas físicas en su búsqueda de un tesoro de valor indecible y, desde ese plano elevado, miraron las cosas físicas como pequeñas e inferiores a su naturaleza y por está razón perdieron para ellos toda relevancia.

Terminemos donde empezamos, escuchado a Séneca responderle a Lucilio: "Te daré el ejemplo del ilustre romano Marco Catón, éste no llegó a las manos con las fieras, perseguir a las cuales es de cazadores y hombres agrestes, ni luchó con los monstruos a hierro y fuego. Catón peleó con las ambiciones, mal multiforme, y con el deseo desmedido de poder; él solo se mantuvo firme contra los vicios de una ciudad que degeneraba y se hundía por su propio peso y detuvo a la República (Romana) en su caída, tanto cuanto podía hacerlo la mano de un hombre. Ni Catón vivió después que la libertad murió, ni hubo libertad después de Catón. ¿Cómo piensas que a tal hombre pudiera injuriarle el pueblo, porque le quitó la pretura o la toga o porque escupió sobre su sagrada cabeza? Seguro está el sabio y no pueden afectarle ni la injuria ni el ultraje".

martes, 15 de septiembre de 2009

La Red de Babel

Prehistoria es una palabra sumamente rara, o contradictoria al menos. La prehistoria, se sabe, se refiere a aquellas cosas que sucedieron antes de la historia. ¿Antes de la historia?, cómo ¿no todo lo pasado es historia? Por raro que parezca, la historia tiene un principio y ese principio está marcado por la escritura. Desde que el hombre empezó a escribir tiene historia, lo que sucedió antes es una larga noche de la cual conocemos practicamente nada. Miles y miles de años y solo unos pocos datos que los esforzados arqueólogos y científicos han conseguido como quien busca conocer la forma de una montaña con solo una pequeña linterna en la noche.

Tampoco es claro cuando sucedió ese mágico momento en que el hombre comenzó a escribir. Una de las escrituras mas antiguas que se conocen es la escritura cuneiforme (porque se escribía con cuñas), también están los jeroglíficos, los cuales permanecieron vedados a nuestro conocimiento hasta que Champollion, valiéndose de la piedra Roseta pudo dar vuelta la llave y abrir al mundo la puerta de ese gran misterio.

Los primeros lenguajes de los que mas datos tenemos son los de la zona del levante (Medio Oriente). En un principio, a la forma de jeroglíficos, cada caracter representaba una idea, luego pasaron a representar un sonido. Estos símbolos de sonidos, unidos a otros, formaron palabras, las cuales unidas terminan formando ideas.

Analicemos un ejemplo que nos dará un panorama de como fue este proceso: AB= אנ (se pronuncia Aba) significa padre en Hebreo. En hebreo actual א (Alef) es solo el sonido de la "a" (no siempre en realidad, pero no entremos en ese lio ahora) y נ (Bet) el de la "b", pero los antiguos entendieron esta palabra de la siguiente manera. Alef era originalmente el dibujo de una cabeza de toro, animal que reprensentaba la fuerza; y Bet era el dibujo de una casa. Entonces אנ (AB) = toro + casa, es decir el fuerte de la casa, osea, el padre.

Sin duda estos antiguos habitantes tenían una visión completamente distinta del idioma y esto se debía a la forma de entender la escritura, para ellos los caracteres eran ideas, para nosotros sonidos. Pensemos que todos nuestros pensamientos, valga la redundancia, son generados en nuestro idioma y están limitados a este. ¿Podemos profundizar en algún concepto para el cual no tenemos términos? El idioma es algo así como el sistema operativo con el que corre nuestro cerebro. Cuanto mas perfeccionado sea este, y mas profundamente lo conozcamos, mas provecho le vamos a sacar al cerebro. Es decir, mas clara y agudamente podremos pensar.

Sigamos ahora con el desarrollo de la escritura, otra de sus formas la vemos en palabras que son raíces de muchas otras. Por ejemplo Domus en latín significa casa. Domus viene de la raíz protoindoeuropea dem= construir. A su vez es raíz de palabras en latín como dominus= señor. El principal del domus es el dominus, el señor. De dominus viene domingo, el día del Señor; dominar (enseñorearse de algo o alguien), etc. Borges decía que todo este arte de conocer los origenes de las palabras no tenía ningun valor practico ya que el significado de las palabras muchas veces cambia con el tiempo y, en definitiva, lo que nos importa es el significado que tiene en el presente, el cual todo el mundo conoce. Es cierto, pero tambien es cierto que ver esa evolución nos amplia muchas veces un concepto.

Nosotros tenemos la suerte de tener como idioma materno uno que procede del latín. Sin dudas fue éste el idioma mas complejo y extenso de la historia ya que por la extensión del imperio romano, y por la diversidad de culturas que abarcó, el latín se fue nutriendo de terminos de todas las lenguas. Por algo es aún hoy el idioma utilizado para muchas ciencias.

Todo este habito de escribir trajo también sus problemas, una vez que se escribe algo es muy dificil controlar quien tendrán acceso a esa información. Esto es un gran problema para aquella información que se quiere mantener secreta. Para resolver este problema se inventaron códigos y formas de ocultar cierta información dentro de un texto, para que solo aquellos con el debido entrenamiento pudieran acceder a la información, y quienes no conocieran los metodos para descifrar se quedaran solo con lo escrito literalmente. Los cabalistas, entre otros, se valieron de esta técnica para esconder sus conocimientos en muchos escritos, en especial en La Torah. Los Gnósticos se ocuparon de plagar el Nuevo Testamento de información oculta con éste método. Tan eficaces fueron estas escuelas en esconder sus esotericos conceptos, que mas tarde, cuando la Iglesia Catolica decidió que libros integrarían la Biblia, incluyó muchos libros que contienen enseñanzas que ella misma abiertamente desaprueba. Las enseñanzas estaban y están ahí, pero no pudieron verlas. En la actualidad todavía existen escuelas que utilizan este método.

Hoy por hoy la situación con la escritura es exactamente opuesta a la de la prehistoria. Contrario a aquella época de la que nada se sabe simplemente porque nadie escribió para contarnos qué pasaba, hoy día todo se sabe porque todo el mundo escribe. Sin embargo, dentro de 7000 años tal vez los futuros historiadores tengan con nosotros el mismo problema que nosotros tenemos con los muchachos de la prehistoria, no sabrán nada sobre nuestra época. No porque alguien vaya hacer desaparecer todo lo escrito como una vez hicieron los Romanos en Alejandría, sino porque tendrán acceso a lo que escribió todo el mundo. Todos, cada uno contando una verdad diferente, un punto de vista distinto, millones de versiones distintas sobre los mismos acontecimientos, millones de contradicciones. Luego de 7000 años, cuando solo queden nuestros escritos y nuestros nombres, y nadie sepa si fuimos creíbles o no, mentirosos o fidedignos, la erosión del tiempo nos habrá igualado a todos... entonces ¿a quien creerle? ¿como saber cual fue nuestra verdadera historia?

miércoles, 9 de septiembre de 2009

XXXV - دولة قطر

Sol:

Esta es mi despedida. Me voy. Continuo con el viaje que me propuse. No hay nada que desee más en el mundo. Y estoy dispuesto a aceptar el costo. No creo que vuelvas a saber de mí.

Se que te voy a extrañar. Supiste convertirte en mi compañera. Mi vida afectiva no tenía un sentido. Me enamoré joven y me rompieron el corazón. Nunca me repuse de eso, creo. Quise alejar a las mujeres de mi vida. Dejé de creer en todo. Creí que ya nadie me emocionaba. Nunca mentí, pero tampoco le di lugar a nadie. Con el tiempo pude ver que fui muy cobarde.

No se si todo habrá sido responsabilidad mía. Quiero creer que las personas que se relacionaron conmigo tampoco me tuvieron la paciencia necesaria para que yo relajara mis inseguridades. Supongo que necesitaba a alguien con tacto, alguien que viera en mí algo más de lo que yo mostraba. Pero nadie apareció.

Encontrarte y buscar conocerte por internet cambió las reglas del juego. No tuvimos otra opción que conocernos antes de tocarnos. La sexualidad se postergó, inevitablemente. Se volvió la consecuencia de nuestra relación y no la causa, como había sido siempre para mí. Nos conocimos, sin mirarnos.

Conocí a alguien en problemas, atemorizada, que aparentaba vivir en un mundo de colores pero que resultó ser un mundo teñido de negro. Y aunque fue tu belleza lo que me enamoró en el preciso instante en que te vi, fue tu compañía la que me cautivó y la que causó tan fuerte arraigo.

Las personas que daban vueltas en mi vida fueron quedando atrás y vos… vos tomabas poco a poco el primer y único lugar. Pero empecé a sentir temor. Mi juego de conquista me conquistó a mí. Perdí visibilidad de lo que podrías estar sintiendo. No pude ver más allá de la paranoia que produce el amor.

Hasta que te vi. Por segunda vez. Verte caminar hacia mí, en el pasillo del avión, es una imagen que me acompañará el resto de mis días. Cumplí un sueño. La vida me regaló un encuentro perfecto. Un instante en el que dos personas se miran y no existen ventajas ni desventajas para nadie. Momentos que creemos que no existen, que dejamos de buscar por temor a quedarnos toda la vida buscando. Un momento de amor total.

Pero me hicieron daño Sol. Y cuando tuve un segundo para pensar reaccioné por historia y no por presente. Y a causa de ese error, te perdí. Era predecible, no estoy acostumbrado. No es un problema de tiempo, es un problema de consciencia. Yo no era consciente de lo que me estaba pasando con vos. Recién ahora logro comprender.

Así termina nuestra historia. Pero no hay dudas: comenzará otra.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Sobre los locos

Sin duda vivimos en un mundo donde la verdad es lo que la mayoría piensa que es verdad. Cuando la mayoría creía que la tierra era cuadrada, aunque unos pocos decían que no, que era redonda; el mundo era cuadrado, por esto mismo Cristóbal Colón fue tildado de loco. Hubo un tiempo en que casi todos creían que el sol giraba alrededor de la tierra, Copérnico, por ser el primero en públicamente defender la idea opuesta mereció el mismo calificativo que Colón.
Imagínense que todo el mundo, excepto 100 personas digamos, padeciera algún tipo de deformación grave, ¿quienes serían considerados deformes? O si todos, salvo unos pocos, fueran locos, ¿no serían los sanos tenidos por locos?


Nuestro vocabulario, como es sabido, abunda en términos latinos y griegos. Las palabras pasión y patología derivan del mismo término griego "Pathos" que para los griegos significaba esto último, es decir: patología o enfermedad. La pasión era vista como un Pathos ya que era un impulso que carecía de razón, y toda conducta exenta de razonamiento era una enfermedad. Siguiendo esta linea, Cicerón, el mas grande orador de la historia, nos prueba que todas las personas que padecen una enfermedad, o pasión de ánimo, no están sanas, por lo tanto son insanos (insanitas), o sea: están locos.

Claro que el concepto que todos los apasionados estan locos se contrapone con la visión que hoy tenemos de la pasión. El ser apasionado hoy día es muy bueno, pero sin embargo esto no era así para los griegos, mejor dicho, para los filósofos griegos.

Aristóteles decía que para que una persona, o un hecho, fuera considerado bueno necesitaba cumplir con tres requisitos. Primero existe, según el, un impulso o instinto natural hacia lo virtuoso; algo innato y natural que nos inclina hacia lo bueno. Este impulso, para lograr un acto virtuoso, necesita ser apuntalado y guiado por la razón a fin de que llegue a buen puerto. Por último, todo esto debe hacerse con plena libertad. Si se hace por miedo o por algún interés, por obligación o por algún tipo de imposición, deja de ser loable. Tres cosas entonces: impulso natural hacia lo bueno + razón + libertad. Estos tres elementos puestos en armonía forman el triángulo de la virtud.

Vir, que en latín significa varón es la raíz de la palabra virtud. Por lo tanto la virtud es algo así como la "varonilidad". Originalmente el sentido del término era: el conjunto de cualidades que hacen a un verdadero varón, el carácter de un hombre con todas las letras; eso es virtud. Los romanos tenían grandes ejemplos, Régulo por mencionar uno, de este tipo de hombres. Régulo fue capturado por los cartagineses y, luego de ser juramentado que volvería, se le permitió ir a Roma para proponer al senado un intercambio de prisioneros en el que él estaba incluido. Regulo tenía dos opciones muy convenientes, la mas obvia: quedarse en Roma y no hacer ningún intercambio o, la segunda (un poco mas noble), proponer el cambio y asegurarse de dejarle bien en claro al senado que el cambio era terriblemente beneficioso. ¿Que hizo Regulo? Por su puesto, ninguna de estas dos cosas. Como un verdadero Vir ofreció el intercambio pero, fiel a la verdad, hizo todo lo posible por convencer al senado que éste no le era favorable al pueblo Romano. De hecho los convenció y, a pesar del llanto y los ruegos de sus familiares pidiéndole que se quedase en Roma, volvió al campamento enemigo como había jurado. Regulo recibió como recompensa por este gran acto de virtud que los cartagineses, enojados porque el fracaso del intercambio, lo torturaran hasta la muerte.

No hace falta irnos hasta Roma para encontrar este tipo de ejemplos. En nuestra tierra y hace no tantos años un soldado raso, que después la historia llamaría sargento para darle mas grandeza (como si un rango pudiera añadir grandeza a una persona que dio su vida por la patria); al ver que su Capitán quedó aplastado bajo un caballo, corrió en su auxilio dando la espalda al enemigo, lo cual le valió un herida mortal mientras ayudaba a salvar a su jefe. San Martín escribió que el soldado Cabral le dijo antes de morir "Muero contento, mi General, hemos batido al enemigo".

Al leer estas historias tal vez se nos escape un "esta loco". Si, sin dudas son locos en este mundo lleno de cuerdos como nosotros.

viernes, 4 de septiembre de 2009

El Dualismo

Ajedrez

En su grave rincón los jugadores
Rigen las lentas piezas. El tablero
Los demora hasta el alba en su severo
Ámbito en que se enfrentan dos colores.

Dentro irradian sus mágicos rigores
Las formas: torre homérica, ligero
Caballo, armada reina, rey postrero,
Oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los adversarios se hayan ido,
Cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
Cuyo escenario es hoy toda la Tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

J.L.B.

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Casi todos los días, sin darnos cuenta, nos encontramos caminando sobre símbolos masónicos. Seguramente habrán visto esas veredas donde se alternan rombos o cuadrados negros y blancos. Bueno, eso es un símbolo que representa la dualidad, el negro y el blanco, el día y la noche, el bien y el mal, Dios y el diablo, el cielo y la tierra, la virtud y el vicio, la luz y la obscuridad, etc.

Estas veredas tienen como finalidad hacernos recordar que estamos siempre en presencia de ésta dualidad, que no podemos librarnos de ella. Está en todos lados y todo el tiempo, es necesaria.

Esta dualidad la encontramos en la filosofía con el nombre de teoría de los opuestos. Todas las cosas, nos enseña dicha teoría, para que podamos ser consientes de ellas, necesitan su contraparte, algo con que podamos compararlas: la luz no sería luz si no existiera la obscuridad, la virtud no sería tal si no existiera el vicio.

Pensemos en una persona ciega de nacimiento. ¿Como le explicamos el sentido de la visión? Mas que explicarle que es ver, algo sin dudas complicadísimo, ¿como puede él llegar a entenderlo? Es imposible, no conoce la sensación de la vista, y, a menos que la experimente, de nada le servirán nuestras explicaciones. Lo interesante es que, como no sabe en que consiste el don de la vista, tampoco es consiente de su opuesto, la ceguedad. Es ciego, pero no es consiente ello ya que no tiene algo con que compararlo. Igualmente inútiles serán nuestros esfuerzos por explicarle que es ciego, simplemente no lo va a entender (en el sentido de ser consiente de la situación, quizá pueda entenderlo como una idea abstracta, pero no como nosotros lo entendemos). Parece ilógico que siendo ciego no pueda tomar conciencia de su condición, pero por la falta de un opuesto, un punto de comparación, así es.

Nosotros sí sabemos en que consiste la facultad de la visión porque podemos cerrar los ojos y dejar de ver, lo podemos comparar, pero alguien que solo tiene una de las dos partes no conoce ninguna. Solo cuando el ciego reciba la vista se va a dar cuenta que era ciego. Porque ahora ve, se dará cuenta que antes no veía, y va a decir “Ahora veo, esto es ver; antes no veía”. Recién ahí, cuando tenga acceso a las dos opciones opuestas, hará el click y será consiente de ambas. Se es consiente de ambas o de ninguna.

Esto mismo pasa con todas las cosas, si todas las personas midieran 3 metros, no existirían los altos, porque todos serían iguales; por esto mismo no podemos dimensionar nuestro tamaño, hay cosas infinitamente mas pequeñas y cosas infinitamente mas grandes, no tenemos punto de comparación!

Pasemos ahora a otra dualidad, el bien y el mal. ¿Que es lo bueno y que es lo malo? ¿Quien decide? Tras analizar estas preguntas muchos han concluido que no es posible que haya algo absolutamente bueno o malo, mas bien las cosas son buenas o malas en función de algo. Por ejemplo, en nuestras leyes nos regimos no por lo bueno o por lo malo como en la ética, sino por lo legal y lo ilegal. Las cosas son legales en función del bien común, ése es el fin de una sociedad, buscar el bien común; entonces lo que contribuye a este fin es legal y lo que va en contra es ilegal. Todo se determina en función de ese fin. Por lo tanto, si las cosas son buenas o malas siempre en función de algo, quiere decir que no lo son absolutamente, ya que determinada cosa puede ser al mismo tiempo buena en función de A y mala en función de B. Simplemente son parte de un todo y según las circunstancias pueden ser buenas o malas. Hay un ejemplo que es clarísimo. Satanás y Prometeo, el mismo mito interpretado en formas completamente opuestas.

Satanás, según leemos en Génesis, dio a Adan y Eva el conocimiento del bien y el mal, conocimiento que según la escritura era propio de los dioses; lo cual es visto como algo terrible ya que por esto las personas empezaron a pecar. Prometeo robó una llama del fuego sagrado de los dioses y se la dio al hombre (el fuego representa el conocimiento). Si bien esto le valió un terrible castigo por parte de Zeus, Prometeo llegó a ser llamado el primer amigo del hombre por el maravilloso regalo entregado. En ambas historias los personajes dan al hombre un conocimiento que era propiedad de los dioses. Lucifer, que de hecho significa "el que lleva luz" (Luci viene de Lux= luz y fer de Fero= llevar) llegó a ser el gran enemigo del hombre por hacer lo mismo que Prometeo, el primer amigo del hombre. Dos cosmogonías de dos culturas diferentes, la misma historia pero interpretada en forma diametralmente opuesta.

Lo importante de todo esto es notar que en la dualidad, ambas partes son absolutamente necesarias, sin una de ellas la otra deja de ser.

¿Por qué es importante este conocimiento? Por muchísimas razones, pero bastemos con que nos sea útil para que pensemos, mientras caminamos por las veredas negras y blancas; que gracias a que existen los problemas la humanidad a podido progresar, gracias a que existe el miedo podemos ser valientes, gracias a que tenemos todo tipo de dificultades podemos ser magnánimos.

Gracias a esta dualidad necesaria podemos apoyarnos en lo malo y sacar lo mejor de nosotros.

martes, 1 de septiembre de 2009

La felicidad como adjetivo

Sin duda uno de los temas mas estudiados históricamente ha sido la felicidad. En la búsqueda teórica por comprender su esencia se han invertido no poco tiempo y recursos. Muchos creyeron que al encontrarla teóricamente serían poseedores de ella prácticamente.

Fue el Summum bonum para los romanos, la eudaimonia para los griegos, la virtud para los estoicos y la ausencia de dolor para los epicúreos. Hoy nos llega a nosotros en esta pobrísima voz “felicidad”, tan ambigua como poco expresiva, y tal vez sea éste, un simple problema gramatical después de todo; el que nos dificulte su definición y nos confunda en su búsqueda.

La voz felicidad está expresada como un sustantivo “la felicidad”, esto nos indica que es algo en sí misma y separada de las demás cosas. Por ende la buscamos como una cosa particular. La felicidad no es, por lo tanto, la virtud, ni el dinero, ni la salud, etc., ya que éstas sí son cosas en sí mismas. La felicidad, expresada como un sustantivo, tiene que ser algo separado, otra cosa.

Lo cierto es que hasta el mas simple de los pensadores se dará cuenta que el término felicidad se refiere a algo abstracto, algo onírico mas que empírico. Esta deducción puede llevarnos a replantearnos la forma en que explicitamos la felicidad, ¿y si en vez de con un sustantivo intentamos con un adjetivo? Tal vez no sea acertado hablar de la felicidad en los mismos términos que hablamos del dinero, la paz, el placer, etc.; cosas de alguna manera tangibles. Tal vez buscarla en forma de adjetivo nos enseñe cosas que no habíamos tenido en cuenta.

Al buscar la felicidad como adjetivo empezamos a buscar cosas que “son felices” y ya no “la felicidad” como algo en sí misma. Para ilustrar este punto pongamos un ejemplo: la comida. Decimos que una comida es rica, pero nadie buscaría la “ricura” como algo separado de la comida. No existe tal cosa como la “ricura” (el término mucho menos); un bife de chorizo es rico, la frutilla es rica, las pastas son ricas, etc. Por lo tanto la “ricura” es un estado de la comida, un adjetivo, y no algo aparte, un sustantivo.

Cuando pensamos la felicidad como sustantivo nos imaginamos que es la consecuencia de algo, la formula sería mas o menos así: Tengo dinero » consigo lo que quiero » felicidad; o si el conocimiento fuese nuestro gran objetivo: estudio » obtengo conocimiento » felicidad.

Transformemos el sustantivo felicidad en adjetivo y nos quedará aquello que es esencial. No es lo mismo decir “estar con las personas que quiero me hace feliz” que “estar con las personas que quiero es feliz”, o “componer una canción me da felicidad” que “componer una canción es feliz”. Cuando ponemos a la felicidad como adjetivo hacemos hincapié en lo verdaderamente importante, las cosas; y no en la felicidad. No existe la sensación de felicidad, si existe el amor, la sabiduría, la paz, el placer físico, etc.

Teniendo en claro que lo intrínsecamente valioso son los hechos, las sensaciones; nos facilita la búsqueda de la felicidad. Ahora buscamos cosas felices y ya no la felicidad. Es importante tener en claro esto, ya que no podremos encontrar algo que no existe.

Pero cabe preguntarse ¿así como los gustos por la comidas varían según la persona, varían también los gustos por las cosas felices? ¿Hay algo universal que nos hace feliz a todos?

En latín existen varias palabras que podrían traducirse como felicidad: laetitia, que expresa alegría, aunque casi rozando la liviandad, por lo que muchas veces se consideraba un vicio. Gaudium, algo así como gozo, lo contrario a laetitia, expresaba la felicidad interior, espiritual. Summum bonum, el bien mas preciado, o bien último, aquello que es lo mas importante. Y así como hay muchos términos en latín hay uno muy interesante en griego: eudaimonia.

Eudaimonía expresa algo específico. El término se divide de la siguiente forma: “espíritu/alma” o “genio” (daimon) y “esta bien” (eu-daimon). Podríamos decir entonces que la eudaimonía es algo así como el bienestar espiritual o la armonía interior, un armonía duradera, esa que llega cuando actuamos de acuerdo con nuestra más íntima esencia.

Me quedo entonces con esta reflexión y enseñanza de los griegos ¿Qué es la felicidad? Es aquellas cosas que están en armonía con lo que realmente somos.

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